Para María no es fácil decírselo, pero le toca sacar fuerzas para afrontar una posible realidad, aunque sienta una profunda tristeza que le presiona el pecho. 

El 17 de agosto del año pasado Mayte sufrió una herida en su ojo derecho con la punta de un bolígrafo. Ocurrió mientras estudiaba en una escuela de la parroquia Leonidas Proaño, de Montecristi. 

Los daños en el ojo fueron graves, lo que obligó a someter a la niña a cirugías y tratamientos médicos. La última intervención, en la que le cogieron 12 puntos, fue en el iris (parte del órgano visual). 

Hoy en el hospital Roberto Gilbert, de Guayaquil, le quitarán esos 12 puntos a Mayte. Luego procederán a retirarle las cataratas (capas que impiden el paso de la luz) que han aparecido. 

Si todo sale bien, la menor terminará viendo, aunque de manera irregular. Pero si las oraciones de Cárdenas no han sido escuchadas, entonces Mayte habrá perdido toda esperanza de recuperar la visión en el ojo derecho. 

“La doctora me dijo que el día que le saque los puntos y opere las cataratas, no nos dan mayor esperanza porque la niña tiene una parte del iris perdido. Por eso es que me ha tocado hablarle de que si algo malo pasa (hoy), la vida no acabará ahí”, indicó Cárdenas. 

Desde que sufrió el accidente, Mayte recibió clases asistidas en su casa. El Distrito de Educación, que cubre los cantones Manta, Montecristi y Jaramijó, le asignó una maestra de lunes a miércoles. La semana pasada dio los exámenes finales y sacó buenas notas, por lo que el quinto grado de la escuela la espera. 

El viaje. Si usted lee esta noticia a las siete de la mañana, es muy probable que a esa hora Mayte ya esté en el hospital de niños; saldrá hoy a las 03h00 con sus padres rumbo a Guayaquil en un carro que el Distrito de Educación le ha proporcionado. 

Cárdenas dijo que tiene miedo de lo que hoy pueda ocurrir. Ha pasado más de una semana pensando en su pequeña. Dice que se ha sentido muy triste. Cree que no superará el hecho de que su hija pierda el ojo.    

“Pero también tengo mucha fe de que Dios y Santa Lucía me escucharán. Cada noche me he arrodillado en la cama de mi hija para encomendársela a ellos”, comentó Cárdenas. 

La niña confesó que quiere recuperarse, desea regresar a la escuela. Ya no quiere pasar encerrada en casa.