Actualizado hace: 936 días 21 horas 59 minutos
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Conversando con un amigo que aprecia el arte, comentábamos los hechos de censura de días pasados, producto de que un grupo de gente se sintió ofendida con varios elementos de una obra teatral.
Él me decía: “Hay que hablar sobre la libertad en el arte”, inmediatamente recordé un artículo que escribí y publicó La República -https://www.larepublica.ec/blog/opinion/2014/10/30/libertad-arte/- en octubre, 2014. En él ensalzo y agradezco a todo aquel que tiene que ver con que la movida cultural en Guayaquil esté prosperando, hace cuatro años.
Hoy debo decir que el camino ha sido de éxito. La ciudad ha multiplicado sus espacios artísticos y el público se encargó de entregarles energía e interés, una sinergia esencial. Como escritora de novelas y artículos agradezco a los lectores que dedican tiempo a leer libros -del género que sea- dándonos el beneficio de la duda y regalando una porción de su escaso tiempo.
Es este interés el que hace que la creatividad prolifere y que los más jóvenes vean el arte como una rama importante de la vida a la que también pueden dedicarse.
La censura es un intento de congelar el tiempo para que el cambio se demore, pues es imposible detener el cambio. Como sociedad vivimos 10 años de feroz represión y censura, a pesar de eso los artistas se las ingeniaron para desarrollar todos estos semilleros de ideas y emociones.
Con la ley mordaza callaron a medio país y atemorizaron a la mayoría, pero el arte continuó. ¿Nos damos cuenta de la belleza del efecto del arte en una sociedad? Parece que sí.
El cambio de gobierno nos regaló otra tónica en la comunicación general. El tirano dejó de dar alaridos y ahora nos hablan de manera amable, por lo menos desde la presidencia.
Así y todo parece que la dictadura dejó impregnado en el inconsciente colectivo la alternativa de querer callar a quien difiere de nuestra opinión. Argumentar de manera respetuosa es salud.
La obra, llámese libro, pieza musical, pieza teatral, pintura, etc. puede no gustarle al observador como puede fascinarle; pero esto es casi irrelevante, lo medular es que esta tendrá un efecto y usted saldrá con una conclusión propia post experiencia. Así, se generan decisiones, pensamientos, ideas, inspiraciones, odios, romances, acciones y/o emociones en general que hacen catarsis en los sujetos.
En una exposición arquitectónica del Museo de Arte Moderno de Roma hice click con una frase que estaba plasmada en la pared -La Iglesia como laboratorio del pensamiento-, esto mismo lo había inferido en un libro de Ken Follet, Pilares de la Tierra, y lo había asociado a otro famoso libro: La Catedral del Mar.
Me refiero al espacio donde se da rienda suelta a la capacidad de pensar en distintos escenarios y tiempos. El pensamiento siendo expresión máxima de libertad. El arte ha sido y seguirá siendo un termómetro innegable de la apertura al aprendizaje y el desarrollo de la gente.
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