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Pandora en República banana
Pandora en República banana
Por: Leonardo Moreira Delgado
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Viernes 19 Enero 2018 | 04:00

La historia cuenta que un aciago 15 de enero del 2007, en la “república banana” un individuo que se creía rey, emperador y hasta con poderes divinos, que inclusive tuvo la desfachatez de compararse con el líder de la revolución alfarista, tuvo la fatídica curiosidad de abrir en pleno ático de Carondolet la “caja de pandora”. Y de allí se esparcieron por el territorio ecuatoriano todos los males y vicios de la sociedad, encarnando a diablillos que asaltaron y arruinaron todo lo que encontraron a su paso.

Si bien es cierto, una de las leyendas de la mitología griega cuenta que Pandora fue la primera mujer modelada a imagen y semejanza de los mortales, por el dios del fuego Hefesto, con la ayuda de Atenea; y fue ordenada por el dios Zeus para castigar a los humanos, dado que Prometeo había intentado robar el fuego divino para proporcionárselo a los hombres. Pareciera que en el territorio ecuatoriano, en los últimos diez años tuvo sus efectos, aunque para ello hayan revivido los personajes y cambiado su género.
El mito de Pandora en Ecuador comienza en el momento en el que Odebrecht le entrega una caja al ático de Alianza PAIS. Dentro de la caja se encontraban todos los males existentes de la politiquería y tenían la prohibición de abrirla bajo ninguna circunstancia. Igual que acá, aparecen los iluminados del siglo XXI, dotando a Pandora del don de la mentira, el cinismo y la prepotencia, don que no pudo resistir la tentación de abrir la caja y en ese momento todos los males se escaparon y se alojaron en las instituciones públicas. 
Ante este lamentable y terrible suceso, “Pandora” tuvo miedo de su propia conciencia y  cerró abruptamente la caja -de allí es que anda rodeada de “guardaespaldas”-. Pero por fortuna un elemento no pudo escapar: “la Esperanza”, duendecillo que es muy bien utilizado demagógicamente por la mayoría de los candidatos, especialmente en épocas electorales.
Así, la corrupción, el cinismo, la impunidad, la violación, el desfalco, la contaminación, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, la persecución, la cólera, la pobreza, el crimen, todos los males del mundo se extendieron por la república banana; y solo la Esperanza quedó oculta en el fondo de la caja del ático.
De esta forma nace el mito y la expresión de no abrir la caja de Pandora, ya que en la mitología, y ahora también en la realidad, representa la perdición de la humanidad. 
De esta leyenda surgió la expresión “La esperanza es lo último que se pierde”.
En este caso, el pronunciamiento del Sí en la consulta popular, convocada para el 4 de febrero, podría ser el duendecillo esperanzador, al menos para ir sepultando a los diablillos verdes, que aún pululan por los áticos de la tierra prometida.
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