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Tema del Día
16A: Es el segundo invierno que pasan en carpas

El estofado de pescado que con paciencia preparó María Vélez inundó su pequeña habitación de 2x3 metros, en donde cocina.

Jueves 18 Enero 2018 | 11:00

El olor intentaba hacer olvidar al calor ecuatorial que se siente en la pequeña covacha cuyo techo está a menos de dos metros de alto. 

Esto es lo que tiene la adulto mayor de 90 años para protegerse del sol, luego de que la casa donde vivía se cayó aquel 16A.
En las noches sale de El Milagro de Picoazá, en Portoviejo, y se va a dormir en casa de parientes, contó. 
Asunción Rivas pasa por algo similar. Su vivienda de dos pisos también sufrió afectaciones, sobre todo en la planta alta, la cual está inutilizada. 
En una pared hay un letrero de advertencia de los que ponía el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, Miduvi, cuando hacían las inspecciones post terremoto. 
Lo que allí anotaron ya se borró, pero su dueña aseguró que era un letrero rojo que señalaba demolición total. Ella teme que en cualquier momento la vivienda colapse y quede atrapada junto a su esposo, ahora enfermo.
HISTORIAS. Los casos de personas que perdieron sus viviendas con el sismo se suman en El Milagro de Picoazá, donde se lamentan porque no fueron atendidos con una vivienda nueva como ha sucedido con otros afectados. 
Salvador Rivas también invitó a que conocieran su casa de dos pisos que hace años construyó el Miduvi, que no pasó la prueba del terremoto. Dijo que los inspectores que llegaron en ese tiempo lo anotaron y le aseguraron que se la iban a reemplazar, pero 21 meses después del sismo no ha sucedido nada.
Aseguró que su vivienda no se puede utilizar y ahora vive donde un hermano.  
Carlos Álava, vicepresidente del consejo barrial de El Milagro, señaló que hasta hace poco las personas vivían en carpas, pero el calor los hizo salir. Recordó que otros ciudadanos perdieron hasta las carpas con el invierno del año pasado cuando el río se desbordó.
Comentó que unas doce personas están en esta situación y lamenta que aunque han realizado gestiones ante el Miduvi, aún no les otorgan una vivienda digna. 
Alicia Laz tiene 63 años y mencionó que ya no soportaba el calor de la carpa que armó con sacos de yute y se fue a pedir posada en la casa de caña de un hijo. 
Se entristece al recordar que junto con su esposo construyeron una casa de hormigón donde vivían tranquilos, pero el sismo la destruyó. 
Señaló que muchos ya perdieron la fe y las fuerzas para ir a insistir por sus viviendas en el Miduvi. Solo espera que las autoridades los atiendan. 
María Vera es oriunda de la parroquia Calderón de Portoviejo. Aseguró que no sabe cómo evitará que sus cosas se mojen en este invierno, pues en el terremoto perdió su casa y hasta la fecha recibe una nueva.
Manifestó que en el invierno anterior tuvo que armar un cuarto de caña, el cual se ha convertido en sala, cocina y dormitorio para las seis personas que conforman su familia. 
Vera aseguró que hace meses presentó los documentos que le solicitaron para hacerse acreedora a una vivienda, pero hasta la fecha le llega, situación que le preocupa porque el techo de su casa  tiene goteras, el piso es de tierra y cuando las lluvias llegan el agua ingresa, formando lodo por todas partes y destruyendo los colchones que están en el suelo.
El panorama es similar en varios cantones de la provincia.
Antonia Cedeño vive en las calles Juan Pereira y 27 de Noviembre de Pedernales, y allí tuvo que improvisar y reemplazar su casa por un quiosco, donde ahora aprovecha para cocinar sus alimentos y de paso vivir con su familia. 
Cedeño aseveró que la ayuda ofrecida por el Gobierno llegó para unos cuantos y no para quienes en verdad lo han necesitado. 
Irma Plaza también vive en una especie de covacha en Pedernales y afirmó que la mayor parte del tiempo ha tenido que estar a sol y agua, pues las autoridades que han llegado hasta su sector no cumplen con lo prometido.
La historia se replica en otros puntos de Pedernales.Rosa Morales vive en el sitio La Chorrera. Mencionó que su futuro es incierto, ya que continúa viviendo en una carpa y con la llegada de las lluvias, el lodo dañará sus pertenencias. “Por aquí llegaron autoridades de la provincia y nos ofrecieron de todo, pero la realidad en la que estamos viviendo es otra”, detalló.
En el barrio Pedro Fermín Cevallos, de Bahía de Caráquez, cantón Sucre, el escenario es igual, pues existen al menos diez familias que utilizan las carpas como dormitorio.
Elba Zambrano, moradora del lugar, manifestó que las columnas de su casa se destruyeron y varias paredes quedaron cuarteadas.  
Aseguró que le ofrecieron un bono para mitigar la situación, sin embargo “ese bono hasta el día de hoy no llega. Lo mismo sucede con mi hija, que es viuda y que tiene un hijo menor. A ella la inscribieron y tampoco salió favorecida”, dijo Zambrano. 
“Durante el día, pasamos en la vivienda afectada y por la noche nos acomodamos en una carpa que está ubicada en la vía, donde dormimos ocho personas”, explicó la damnificada.
En Puerto López, María Chilán, habitante del barrio Las Mercedes, señaló que desde el terremoto vive en la casa de su suegra, ya que la suya resultó afectada por el sismo, la que aún cuenta con un sello rojo de demolición.
Con preocupación, Chilán comentó que aspira a la construcción de su casa, pero la respuesta que recibe es que debe esperar.
En Rocafuerte, Mariana Valencia solo clama por ayuda. Ella perdió su casa en el terremoto y las inundaciones del invierno en el 2017 le hicieron perder sus enseres.
Valencia indicó que cumplirá dos años en un albergue provisional ubicado en la comunidad Sosote.
En este albergue habitan siete familias, un total de 17 personas, entre adultos mayores y niños. “Hay mosquitos y ya han cogido varias culebras”, indicó con preocupación Valencia.
Añadió que la ayuda después del terremoto llegó por tres meses. “Nuestro mayor problema es abastecernos de agua”, expresó la albergada, quien sostuvo que para obtener el líquido vital debe pedirlo a las familias que viven en el sector. 
En el barrio Gran Chaparral de la parroquia 4 de Diciembre, de El Carmen, aún hay familias que viven entre el plástico. 
Verónica Carreño e Isidra Vera son ejemplo de aquello, pues esperan sus viviendas a pesar de tantas promesas que les han hecho las autoridades. 
Carreño manifestó que cuando su casa se destruyó, al día siguiente levantó una covacha en la que hasta la actualidad habita con su familia, que la integran siete personas. 
RECONSTRUCCIÓN. Dos días antes de su renuncia, el exsecretario de la Reconstrucción Carlos Bernal detalló que del plan de 45.455 unidades de vivienda, 31.521 han sido construidas y reparadas, 5.994 están en construcción, y 7.940 necesitan estudios de factibilidad y servicios para poder funcionar.
Además anunció que faltarían contratar 8.000 viviendas en toda la provincia. 
Vicente Véliz, presidente del Comité de Reconstrucción, indicó que en este tema “hay mucha tela que cortar, en algunos casos ineficiencias, en otros no hay correspondencia entre temas de información”. 
Añadió que manteniendo la línea de la información que se tiene, faltan alrededor de 8.000 viviendas y tocaría enfrentar la solución para tener cubierto el tema de los daños generados por el desastre del 16A.
Ayer se buscó la versión del Miduvi y se indicó que mañana darán mayor información sobre la entrega de viviendas en Manabí.
Por un comunicado de prensa se conoce que hoy, con la presencia de Adrián Sandoya, ministro de Desarrollo Urbano y Vivienda, harán la entrega de 108 casas en el plan habitacional El Guabito, en Portoviejo.
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