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Iván dejó las drogas porque presintió el final de sus días

Dos hogares fracasados, desempleado y sin rumbo fijo, llevaron a Iván Zambrano a alejarse de las drogas.

Lunes 18 Diciembre 2017 | 04:00

El portovejense, de 38 años de edad, que en los últimos 4 no ha consumido sustancias estupefacientes, afirma que ha vivido días maravillosos sin necesidad de ingerir nada para sentirse bien.

Menciona que el hecho de haber sido parte de ese mundo lo convirtieron en un experto para detectar a quienes se encuentran en drogas y no lo admiten; y precisamente junto a varios amigos que vencieron el problema crearon el grupo ‘Fénix’ de narcóticos anónimos, para llevar la esperanza de recuperación a quienes creen que no pueden superar la situación.
En su caso, recuerda, el “enamoramiento” con las drogas comenzó a los 15 años de edad, tiempo en que iba a comprar bebidas alcohólicas para algún vecino, pero en el trayecto se daba tiempo para darse un sorbo, y fue así como paulatinamente comenzó a sentirse a gusto, relajado y con ganas de seguir más tiempo en ese estado. 
“Muchas veces los adultos son responsables porque mandan a los niños a comprar, entonces se van tomando algo y hasta recogen las colillas de cigarrillos para probar. Así se enganchan con los vicios”, relata.
Cómo se detecta. Iván Zambrano Rivas asevera que el consumidor se convierte en un experto manipulador, y trata de sacar provecho en todo momento.
En base a su experiencia, los más fáciles de detectar en la problemática son los jóvenes, ya que bajan en sus calificaciones, varía su comportamiento y como dependen de sus padres incurren en una infinidad de engaños para sacarles dinero y tener recursos para comprar drogas.
“También pierden el hábito alimenticio y se desvelan por las noches”, dice Zambrano.
Advierte que los padres deben estar atentos a sus hijos, ya que la droga siempre afecta la conducta.
La base de cocaína, en cambio, no deja dormir y la heroína, por su parte, origina diversas reacciones.
Adicción.  En su caso, añade Iván Zambrano, cumplió un proceso evolutivo con respecto a las drogas, ya que consumió de las que producen menor a mayor sensación de satisfacción; es decir, con alcohol, base de cocaína y la ‘H’ (heroína).
“Me despertaba, siempre quería estar en movimiento. A un amigo en cambio lo convertía en mudo y a una amiga le alborotaba las hormonas, ya que apenas consumía quería tener relaciones sexuales”, explica.
La ocultaba. Zambrano Rivas dice que en su época de consumidor hacía lo posible para que en su entorno no supieran de su debilidad, y cuando se iba a pasear desde el baño de la casa preparaba las 20-30 ‘pistolas’ (cigarrillos con base de cocaína) para disfrutar en el paseo. Así cuando bebía alcohol no le hacía efecto y los amigos se sorprendían por la gran resistencia que tenía. 
“El borracho que toma se queda botado en las calles, pero gracias a la cocaína no me cogía”, indica.
Abstinencia.  Iván estuvo cinco veces internado en centros de rehabilitación para alejarse del vicio, pero fue el último, de un año, que lo cumplió a cabalidad.
El proceso no fue fácil, ya que a su organismo le costó asimilar el vivir en estado de pureza, sin químicos.
La ansiedad, como era lógico, se presentó, pero siempre tuvo el respaldo de sus psiquiatras y guías para hacerle frente al mal y a los ocho días su cuerpo se acostumbró a su nuevo estilo de vida. “Me dolía el abdomen y los huesos”, recuerda.
Han pasado cuatro años desde que Iván dejó las drogas y lo hizo, según él, para ser un ejemplo para sus hijos. 
La muerte de dos familiares, añade, lo inspiraron a cambiar de rumbo, porque el drogadicto no acaba bien, dice.
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