Actualizado hace: 931 días 8 horas 33 minutos
Cuando los amigos se adelantan
Cuando los amigos se adelantan
Por: Libertad Regalado
[email protected]

Jueves 14 Diciembre 2017 | 04:00

Vida y muerte, acciones que no están en nuestras manos decidir. Un día llegamos a la vida en espacio y un hogar, en donde transcurrirán nuestros días hasta desplegar nuestras alas y levantar el vuelo, buscando generar nuestras propias descendencias.

Durante las décadas que dura la existencia de un ser humano, como seres gregarios que somos, se van tendiendo puentes y redes con otros congéneres, ya sean familiares, amigos, compañeros de trabajo.
La calidad de trashumantes nos lleva por muchos caminos, esto implica dejar un sitio conocido, para continuar en otros lugares nuestra vida, así vamos dejando familia, amigos, compañeros, sin que esto signifique que terminamos con los afectos, estos, cuando han tenido una fuerte raigambre no se sueltan fácilmente, permanecen con sus raíces en ese lugar especial de la memoria afectiva.
En los primeros momentos del desarraigo mantenemos el contacto, pero conforme el torbellino de la nueva vida nos envuelve, los vamos desplazando por otros pasajeros que van entrando en ese inmenso tren de nuestras vidas, hasta que un día de forma abrupta te enteras que ese amigo partió al sitio del que nunca se vuelve, y no estuviste allí para apretarle la mano, para decirle lo importante que fueron sus consejos, palabras, anécdotas, reflexiones en tu vida. 
En ese momento todas las emociones se confunden, los recuerdos se agolpan en nuestra memoria, la imagen del amigo nos invade y comprendemos lo efímero que es nuestro tránsito en la tierra, que dimos más valor al trabajo, al día a día y nos desentendimos de quien un día compartió momentos hermosos, que nos motivó a realizar algo que hoy es parte de nuestro acervo y nos consolamos pensando que se transformó en algo diferente, tal vez en un espíritu amigo que habita en otro plano.
Por eso hoy dedico estas letras a tres dilectos amigos, que ya no están con nosotros, que lucharon contra la enfermedad letal del cáncer, demostrando hasta el último suspiro su apego por la vida; cuyo ser, estar y hacer constituyeron para nuestros pueblos ejemplos a seguir en sus distintos saberes y habilidades. 
César Maquilón, de una voz cautivante, hecha para los escenarios y micrófonos, gran maestro de ceremonia, buen comunicador, apasionado por la radio, gracias a un pedido suyo creé ese poema dedicado a Julio Jaramillo “Desempolvando recuerdos”. Pablo Cornejo, amigo de tantas jornadas reivindicatorias, bohemio, buen lector, asesor, jurista laboral, defensor de los derechos de los trabajadores y de los grupos más vulnerables.
Bienvenido Gilces, hombre hospitalario, bonachón, sencillo, amante de su pueblo y gremio de transportistas, que me recibió en su hogar y me ayudó en mis trabajos de investigación como informante de las tradiciones y costumbres de esa zona rica del cantón Bolívar. 
Los tres no se conocieron, pero tenían algo en común: su fe inquebrantable en la vida, su deseo de que las cosas se hicieran bien y su pasión por Manabí. Q. E.P.D.
  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Recomendadas para ti:

Más noticias