Portoviejo es la ciudad manabita, que bajo la visión de su alcalde, Agustín Casanova,  construye parques dentro de su perímetro urbano, lo que ha concitado entre sus habitantes diversas opiniones, unas a favor en cuanto a que ven la necesidad de contar con suficientes espacios verdes, sirviendo incluso de pulmón de la ciudad puesto que estos vienen acompañados de una fuerte dotación de árboles y arbustos;  y otras en contra, oponiéndose bajo el criterio de lo inútil del gasto al existir otras prioridades, etc.

Últimamente Portoviejo ha inaugurado los parques La Rotonda y Plaza Alfaro, ambos con arreglos arquitectónicos modernos que embellecen, por supuesto,  lugares importantes de la urbe, evidenciándose con ello la preocupación permanente del señor alcalde por recuperar la imagen de la ciudad dentro del concierto nacional e internacional. 

Sin embargo de ello, es imprescindible que miremos a la ciudad de manera integral, capaz de poder entender la obra del modernismo en función de la totalidad.

Existen parques como el de El Niño, el Juan Montalvo y el Cayambe, entre otros, que carecen de lo elemental y, lo que es más, lucen abandonados, dando la impresión de no ser parte de nosotros, convirtiéndose en todo caso en una vergüenza para la ciudad y, en el peor de los casos, en guarida de rufianes.

La unificación de los parques Montalvo y Cayambe ha permitido, por supuesto, que su espacio gane en dimensión, y que los juegos infantiles que en su momento fueron una delicia para los niños que habitan en sus inmediaciones, hoy, lamentablemente, se encuentran totalmente destruidos sin que nadie mire por ellos. 

Se constituyeron en verdaderos lugares de recreación de allí que, sería importante, que el GAD municipal, liderado por el señor alcalde de la ciudad, resuelva intervenir estos lugares de recreación y diversión y se los modernice para bien de la ciudad.

Esto sin dejar de lado la vigilancia permanente de ellos, ya que, desgraciadamente, los portovejenses no sabemos cuidar los bienes.

Da pena decirlo, pero nos falta cultura, la cultura del respeto a los bienes públicos; así como castigar severamente a quienes saquen sus mascotitas a “pasear” a estos lugares.