Roldán dice que desde enero del 2015, cuando se creó Minga Cultural, se convirtió en un motor de gestión cultural independiente, publica diario El Universo. 

Además, él participa de esta fiesta con una partida de diablos y con bailadores ancestrales del sector de Tuinguipamba.

“Porque nací en Píllaro, me crecí, salí a otro país y regresé nuevamente. Soy parte de la fiesta y siento la gran responsabilidad de compartirla de la manera más aproximada a su estado puro”, sostiene.

 

Inspiradora.  “El objetivo en sí es crear un nuevo arte visual donde se destacan personajes, símbolos, formas y colores de las caretas, baile y dialectos usados dentro del fervor de la fiesta, como ‘achachay’, ‘arrarray’ o ‘atatay’... que significan ¡qué frío!, ¡qué ardor! y ¡qué apestoso!, respectivamente”, explica Roldán, quien estudió Diseño Industrial en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, sede Ambato.

“Mi fuente de inspiración está directamente relacionada con la fiesta de la Diablada Pillareña, haciendo de esta un estilo de vivir. Voy a cumplir diez años de bailador, intercalando personajes de diablo 

y de parejas de línea”, dice.

 

Igualdad. “(En la Diablada Pillareña) las clases sociales desaparecen, la banda de pueblo es el unísono de la fiesta y la organización es comunitaria. Los seis días de celebración se convierten en el tiempo-espacio para recrear un nuevo yo y cohesionar con la ruralidad”, añade Roldán, quien lleva a cabo esta propuesta por medio de ACHA diseño étnico. 

Roldán indica que enero es el espacio de transmisión de conocimientos, porque viejos y jóvenes interactúan entre sí, unos conversando historias, enseñando a bailar, haciendo música de cuerdas y otros escuchando, comprendiendo y compartiendo.

Se lo puede contactar en Facebook como Robber Roldan; en Instagram, como     @diablo_roldan, y en Behance, como Roberto Roldán.