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Portoviejo
Quiere volver a ver la vida y sus colores

Vivir la juventud en efervescencia y no escuchar consejos, son motivos que hoy lamenta Randy Junqui, de 19 años de edad.

Domingo 22 Octubre 2017 | 04:00

 El joven estuvo al borde de la muerte tras un accidente de tránsito. 

Una noche, tras salir de divertirse, se impactó de forma contudente contra un carro mientras se desplazaba en motocicleta. 
No olvidará jamás el 25 de junio del 2015, ya que hasta entonces pudo ver los colores y la belleza propia de la vida.
“Hoy lo lamento. Estoy llevando las secuelas de una existencia apresurada. Espero que los jóvenes vean mi ejemplo y reflexionen al momento de acelerar su vehículo”, citó.
Tras el percance, el joven estuvo internado en una casa de salud en Guayaquil, hasta que un día le dieron el alta no sin antes decirle que había perdido la visión para siempre. 
Ese día, expresó, llegó al máximo de la depresión; hasta que entendió que debía enfrentar el resultado de su accionar y tener la fuerza para salir adelante. 
 
 Ayuda. Cierto día, agregó Randy, desde el Centro de Oftalmología Barraquer de Barcelona-España lo llamaron para conocer su caso. Al existir el interés le enviaron una carta de invitación y del consulado ayudaron para su visa y traslado al viejo continente.
Sin embargo, agregó, los gastos y estadía corrieron por su cuenta, gracias al apoyo de la familia mediante bingos y otras actividades de tinte benéfico. 
Pero, como dice el refrán, la alegría en casa del pobre dura poco. Estando en Barcelona e iniciando el tratamiento, le sobrevino una apendicitis que ameritó una cirugía y el visado que era de 53 días fue inferior al tratamiento de tres meses. 
“Tuve que quedarme de forma ilegar y así estuve hasta que mis posibilidades económicas lo permitieron”, declaró.
Ya sin dinero, agregó, no le quedó otra opción que volver a su casa, debido al estado de desesperación en que se encontraba.
Justo en esos días, mientras se recuperaba de la apendicitis, la prensa informó del terremoto que afectó a una parte de su país y especialmente de su ciudad natal; así que no titubeó al momento de regresar a sabiendas que en calidad de ilegal no volvería a ser invitado.
Randy quería palpar su ciudad, a su gente, escuchar las voces de sus familiares y saber que se encontraban con bien. Y en efecto, cuando volvió les dio un abrazo, y sus ganas de luchar por la visión se multiplicaron.
 
 Esperanza. El diagnóstico de los médicos españoles fue favorable para Randy. Tras los exámenes corroboraron que el ojo izquierdo lo perdió por completo, mientras en el derecho hay una posibilidad luego de cumplir con un proceso. 
“Me explicaron que la herida con medicina debe evolucionar y luego probar, pero como me quedé ilegalmente y la visa caducó, ahora requiero de una nueva para seguir batallando por esa posibilidad”, declaró.
Randy Junqui estudia braille en un centro de capacitación de la Terminal Terrestre de Portoviejo. Vive en un espacio que le facilitó su abuela materna en la ciudadela Vicente Vélez de Portoviejo.
Cuando se le pregunta qué extraña, el joven respira hondo y dice que todo. Se saca las gafas para mostrar las prótesis que le pusieron en España y que impiden que sus párpados se cierren.
“Solo pido una consideración especial a mi caso. Quiero la visa para cumplir el tratamiento y recuperar una parte de mi vida”, acotó.
Junqui confía en que el Estado le dé un bono por su condición, y el apoyo necesario para seguir con su tratamiento médico en Barcelona.
 
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