La palabra de Dios dice en  Juan 8:44  “El padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere. El diablo ha sido un asesino desde el principio. No se mantiene en la verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es; porque es mentiroso y es el padre de la mentira”. Dios es enfático al manifestar que los mentirosos no son sus hijos sino que pertenecen a la familia del diablo, sólo para aclarar que no es como lo predican algunos que todos somos hijos de Dios, pues nunca Dios podrá recibir en su Reino a quienes desobedecen sus mandatos y la lista es muy larga (1 Corintios 6:10).

Como nuestra sociedad está tan contaminada, escuchamos a los mentirosos y creemos en ellos; tienen secuestrado al país con tanta corrupción y muchos los siguen y los idolatran como a santos.  Asesinos, violadores, ladrones, son los falsos líderes que dividen al mundo y lo convulsionan solo por el poder de la mentira incrustada en la política, religión, ciencia, tecnología, en todo. Es peor que el cáncer.

Los mentirosos siempre han estado en el poder y desde allí manejan a su antojo la economía de los pueblos; provocan las epidemias, las guerras y siempre sus misiles están dispuestos a derribar a quienes no se sometan a sus caprichos. Son los culpables de la improductividad de la tierra porque quieren introducir la basura de los transgénicos para continuar destruyendo a la humanidad; tienen controladas las mentes de los jóvenes con el sexo y las drogas para convertirlos en carroña humana. 

Dividen a la familia y sociedad a través de la religión y en nuestros tiempos pretenden unirlos en un solo grupo denominado G12, donde todos son aceptados para compartir sus falsas creencias y engaños.

La basura de la mentira nos corroe y embrutece, detiene el progreso, el desarrollo productivo; y aunque todavía existen personas positivas que siempre han trabajado  con base a su propio esfuerzo, y  han crecido tanto en sus empresas como en ofrecer trabajo a muchas familias, en cambio otros, que siempre han estado acostumbrados al facilismo, compiten de manera desleal, provocando antagonismo y creando conflictos. 

Hay que practicar la verdad y siempre nos irá bien, pues ella brillará en la oscuridad de este mundo y  prevalecerá eternamente porque proviene desde lo alto. Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).