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Santa Elena
Macroalgas brotan frente a Santa Rosa

El motor de la lancha Kappaphycus se apaga al llegar a la granja flotante. Los surcos con ramas se extienden como tentáculos.

Lunes 16 Octubre 2017 | 04:00

 Esto sucede frente a un panorama de altos edificios turísticos. Las plantas se bambolean suavemente con la marea, a pocos centímetros de la superficie.

Desde hace dos años el mar de Santa Rosa no solo da peces en abundancia, como ha sido durante siglos. De sus aguas -frías por esta época-, también brotan macroalgas. “En unos 45 días, si hay buen sol, crecen, y están listas para la cosecha”, cuenta Kléber Reyes, mientras él y Carlos Arcentales, su compañero de faena, sumergen los brazos en el agua salobre para elevar un cordel cargado con la hierba marina, gelatinosa.
 
>Tradición de pesca. La Kappaphycus alvarezii es una especie de alga originaria de Indonesia y de las Filipinas, que se ha adaptado a las condiciones climáticas de la ensenada de Santa Rosa. Es un proyecto de maricultura emprendido en el 2014.
El entonces Viceministerio de Acuacultura y Pesca entregó diez hectáreas en mar abierto a la Cooperativa de Producción Pesquera Artesanal Santa Rosa (concesión por 20 años). Ahí se espera que surja un semillero de alternativas productivas para los comuneros.
La parroquia Santa Rosa del turístico Salinas desciende de los pueblos Valdivia, Machalilla y Manteño-Huancavilca, de quienes heredó la cultura marítima. Es, por tradición ancestral, un pueblo experimentado en la pesca y uno de los puertos artesanales más grandes del perfil costero.
 
>Proyecto beneficioso. Kléber y Carlos son pescadores desde que eran adolescentes. Hace dos años colgaron las redes para cuidar la granja de macroalgas, que por ahora tiene una hectárea habilitada.
De la Kappaphycus alvarezii se extrae la carreginina, un aditivo empleado en los alimentos procesados que en pequeñas cantidades aporta como espesante y estabilizante. Los pescadores ya han contactado a cinco laboratorios como posibles compradores.
“Cuando el proyecto se amplíe serán 60 las personas beneficiadas”, comenta Ramón González, presidente de la cooperativa.
La granja está a unos 800 metros de la costa. Con cañas, los pescadores armaron celdas de cabos entrelazados como cordeles.
Esas líneas sirven para sembrar los tallos, de unos 25 centímetros de largo, que son suspendidos cerca de la superficie para que los rayos solares hagan su efecto. Al igual que las plantas, las macroalgas crecen por efecto de la fotosíntesis.
Cuando la cosecha llega se deja un 25 % para resiembra y el resto va al campamento. 
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