meses septiembre y noviembre.

Los que llevan las canastas son conocidos como ‘ashangueros’ o tiznados. Nelson Quimbita es uno de ellos. No es precisamente un “fortachón”, pero está preparado para la labor que le espera. Es comerciante en el mercado La Merced y su tiempo lo distribuye entre su trabajo y el hogar.

Desde hace 13 años es parte de los personajes de la parodia a “la Mama Negra”. Es uno de los que debe llevar sobre la espalda y hombros todo el peso de la comida de la delegación que sale en su grupo para el tradicional festejo. Según fuente del diario Expreso.

Empieza faltando dos meses para su penitencia. Se encomienda a la Virgen de la Merced y se ejercita un poco más para tener la fuerza mental y corporal. Lo que llevan entre el arco elaborado bien con caña guadua o con pedazos de metales son alimentos aliñados con productos de la zona para mantener la tradición ancestral.

Un adulto puede llevar un chancho, tres gallinas, cuatro conejos, dos cuyes, tres botellas de whisky, seis cajas de cigarrillos, dos botellas de gaseosas y dulces; esa fue la carga que llevó Nelson Quimbita y el 

costo sobrepasó los 500 dólares.

La más pequeña va decorada con cuyes, piñas, manzanas y una botella de jugo. 

“Todo va crudo porque se cocina después de la fiesta”, dijo por su parte Quimbita. Como parte de la tradición no deben repetir el traje todos los años. La vestimenta se elabora con colores estridentes como el turquesa, amarillo, naranja y azul.

 

Personaje . El historiador Pedro Reino manifestó que esta persona que lleva  la ‘ashanga’ representa a los esclavos que eran obligados a llevar el alimento en el tiempo de la llegada de los colonizadores españoles. “El personaje es una muestra del acto de sacrificio y de fe. 

No todos pueden con el peso de cargar la alacena que se comparte entre todos como reflejo de unidad”, agrega Reino.

 

Creencias. Al ‘ashanguero’ por tradición también se lo conoce como tiznado por lo manchado que debe llevar el  rostro.

Lo que no debe faltar en cada ‘ashanga’ es la imagen de la Virgen de la Merced, a quien consideran su protectora. “Ella nos permite que nuestra carga sea más liviana. Es el reflejo de todo el peso que debían portar los esclavos”, 

reflexionó con entusiasmo Quimbita.