CASOS. Aldo Barreto indica que siempre ha utilizado insecticidas para fumigar sus plantaciones, y pese a que no ha sufrido alguna intoxicación grave, cuando usa uno de los productos le suelen salir ronchas en el cuerpo que le causan picazón. Esto, si el producto le cae en la piel, menciona.

“Uno se baña bien y en la noche ya le pasa”, relata el agricultor que posee plantaciones de maracuyá en la vía Colón-Quimís, de Portoviejo.

Barreto afirma que otros productos en cambio provocan fiebre, pero para evitar aquello se cubren la cara con alguna prenda de vestir a la hora de fumigar. 

Augusto Zambrano posee plantaciones de badea en esta misma vía y asegura que tampoco ha sufrido alguna intoxicación, pero recuerda que hace unos años dos de sus trabajadores sí se intoxicaron y tuvieron que ser llevados a un hospital.

Zambrano explica que la plaga había afectado sus plantaciones de maíz y a pesar de que sabían que el insecticida que utilizaban era peligroso, decidieron fumigar.

El agricultor señala que ahora utilizan insecticidas dependiendo de la plaga que se presente en las plantaciones.

PROTECCIÓN. Fernando Rodríguez, emergenciólogo del hospital Verdi Cevallos, revela que en los casos que atienden normalmente en el hospital, es por el uso indebido de sustancias tóxicas utilizadas en la agricultura.

Indica que esto se da por falta de protección al momento de fumigar, mientras que en otros casos las personas lo hacen con fines suicidas.

Rodríguez explica que el tratamiento para las personas intoxicadas depende del tipo de sustancia con la que se hayan contagiado. En algunos casos el paciente requiere de oxígeno, lavado gástrico, hidratación y antídoto de atropina. Mientras que otros no requieren de oxígeno porque pueden complicar su salud, detalla Rodríguez. 

“La peligrosidad no está relacionada con el tipo de sustancia, sino con las precauciones que la persona debe tener”, expresa.

CONSECUENCIAS. Alma Mendoza, ingeniera agrónoma del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), es consciente que para evitar las enfermedades en los cultivos generalmente el agricultor utiliza algún tipo de plaguicida, pero indica que estos productos es lo último que se debe utilizar.

Mendoza revela que por el uso indiscriminado de cualquier tipo de plaguicidas la sustancia se acumula en el fruto, más que todo en cultivos de ciclo corto. “Muchos hábitos alimenticios nuestros son los que también hacen que nuestro cuerpo empiece a deteriorarse”, indica.

Gloria Cobeña  también es técnica del INIAP y explica que por ello muchas veces algunas frutas no tienen el sabor acostumbrado, más que todo cuando le inyectan algún químico a ciertos productos, lo que desmejora la calidad de lo cosechado. “El uso indiscriminado en lo que es hortalizas es bastante fuerte”, advierte.

Cobeña insiste que para utilizar algún tipo de plaguicida se debe conocer primero la plaga para hacer una buena aplicación.

En una revista sobre el uso racional de plaguicidad del INIAP, indica que una de las características de las intoxicaciones crónicas con plaguicidas es que sus efectos no son inmediatos y pueden demorar meses o años. Este tipo de intoxicaciones se da principalmente por la ingesta de alimentos contaminados por plaguicidas.