Actualizado hace: 931 días 17 horas 53 minutos
Relato
Realizó una persecución de muy alto riesgo

“¡Deténganse!, ¡deténganse!”, les decía Fausto Loma a los delincuentes que huían a toda velocidad sin importar las señales de tránsito.

Sábado 23 Septiembre 2017 | 04:00

La patrulla policial también circulaba a más de 100 kilómetros por hora, mientras por el altoparlante se escuchaba el pedido a los ladrones. 

En esas condiciones era difícil esquivar a los otros carros y peatones que circulaban por ese sector. 
La persecución. Minutos antes, Fausto Loma y sus compañeros uniformados habían escuchado por la radio de la institución  que un vehículo había sido robado y que los antisociales avanzaban por las calles Shyris y Naciones Unidas, en Quito.
Era justo la zona por donde estaban de control.
El policía recuerda que efectivamente los delincuentes aparecieron a toda velocidad y dispuestos a no dejarse atrapar.
Podrían estar armados, pero como no hacían disparos, la patrulla en la que se encontraba el sargento se atravesó en media vía.
Por un momento sintió que iba a morir, los asaltantes no paraban la marcha, parecían que se iban a estrellar contra ellos.
Los hampones fueron capaces de subirse al parterre central y pasar tan cerca de la patrulla policial.
Los gendarmes alcanzaron a ver que los delincuentes lograban esquivarlos y seguir su recorrido.
“No podíamos disparar, porque ellos no estaban disparando”, comentó Loma.
A pesar del susto,  a Fausto y sus compañeros no les quedó otra opción que ir tras los ladrones.
Fueron varios kilómetros de persecución, hasta que cerca del parque El Ejido lograron parar la marcha de los hampones, quienes se bajaron del carro e intentaron huir a pie, detalló el uniformado. “Al someterlos pudimos recuperar el carro, además de dinero en efectivo y varios accesorios”, detalló el agente. 
Años después de este episodio, el sargento cree que el riesgo que vivió fue alto, pues los antisociales podrían haber estado armados y dispararles. 
“Es dura esta carrera, pero hay que saberla llevar”, señaló Loma, quien es oriundo de El Oro, pero ahora retornó a Manabí, provincia que lo acogió cuando él recién estaba graduado como policía. 
Otro caso. Las balas lo recibieron. Fausto Loma no podía ni siquiera acercarse mucho a la escena. 
La disposición fue que acordonaran la zona donde estaba ubicado el Banco Filanbanco, que estaba siendo asaltado en ese momento. 
Los curiosos empezaron a aglomerarse, mientras adentro se escuchaba una balacera. 
Temía que en esas circunstancias una bala perdida pudiera impactarlo, aun así, él tenía que cumplir con su deber. 
Grupos de élite tenían el control, recuerda el uniformado, a quien en conjunto con otros compañeros le tocó contener a la turba de   personas que llegaban en busca de noticias sobre lo sucedido.
Caía la noche y los muertos empezaban a ser sacados del banco: 12 en total. 
Tiempo después se conoció que entre las víctimas había un inocente, por el cual sus familiares siguieron un largo proceso legal.
Por la connotación que tuvo el hecho en ese entonces, Fausto sabe que se trató de una dura experiencia, pero no la única.
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