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La plata es de otros, la crisis es de todos
La plata es de otros, la crisis es de todos
Por: Jaime Enrique Vélez

Viernes 22 Septiembre 2017 | 04:00

Hace pocos días conversaba con una amiga, periodista radial, sobre la anárquica realidad que azota a nuestra patria; y entre otras cosas le inquirí: ¿ya hemos tocado fondo con todo lo queestamos viviendo?

Ella, socarronamente, me contestó: “Esto recién empieza”. Sopesando el asunto, cavilé: “no ha de ser eso posible”. Pero el tiempo y los hechos descubiertos le han dado plenamente la razón a tan perspicaz dama. 
La mesa estuvo servida. Sí, es verdad, pero unos pocos degustaron y bebieron de tan sustancioso festín; la riqueza de nuestro suelo, la heredad patrimonial prácticamente han sido saqueadas. Los recursos para atender y suministrar salud, educación, viviendas, seguridad, bienestar, entre otras necesidades de la población ecuatoriana, se han desviado y quedado en pocas manos. Fueron tan indolentes que ni siquiera respetaron la desgracia y el dolor de las víctimas del malhadado terremoto, para usufructuar y aprovechar los caudales y donaciones que llegaron para mitigar en algo tan horrenda desgracia.
La historia ecuatoriana está repleta de actos podridos y deshonestos; siempre mal recordaremos a estos oscuros personajes políticos que se aprovecharon de la candidez y estrechez del ciudadano común para auparse en la cima del poder y, desde allí, expoliar todo lo que pueda. El pueblo ha despertado de su década de letargo y hace escuchar sus reclamos contra los corruptos, que han maculado la majestad y decencia de las primeras magistraturas del país. 
Y exige castigos para estos pillos de saco y corbata. Se ha perdido el miedo contra el opresor. Las calles y parques de la patria vuelven a llenarse con gente pidiendo la destitución, la devolución de los bienes mal adquiridos y prisión para estos cleptómanos y mentirosos. 
Los indicadores económicos del Ecuador en la actualidad son alarmantes, nuestro petróleo se lo vendió anticipadamente y esa plata ya se derritió; y aún debemos pagar algunos millones de barriles para saldar totalmente dicha transacción, por lo que al erario nacional no ingresa el dinero total por este rubro. 
Tenemos una deuda externa abultada, que sumada a la interna dan como resultado la más grande en toda la historia del país, obligando al Estado a pagar cerca de 8.000 dólares anuales sólo para su amortización. 
Quizás esta es la mesa que dejaron servida, que ahora, para solventar los ingresos del Presupuesto General del Estado, se están fraguando los tecnócratas fiscales gravar más impuestos al pueblo, demostrando plenamente que es lo único que se les viene a la cabeza. 
Y no buscan opciones económicas diferentes a la de meter las manos al canasto del empobrecido y necesitado ciudadano. ¿Hasta cuándo soportamos?      
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