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El libro y la memoria
El libro y la memoria
Por: Jorge Luis Bowen Loor
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Jueves 21 Septiembre 2017 | 04:00

 El libro es un soporte de la escritura donde podemos interpretar datos de manera explícita. Su propósito es memorizar la información que está expresada de una manera directa y concisa en un texto. Conocida también como comprensión centrada en el texto, refiere a entender bien lo que el texto realmente dice. Nuestra memoria interviene en todos los procesos mentales: pensamos, resolvemos problemas, damos opiniones, hacemos juicios críticos, etc.  La memoria, un sistema dinámico de almacenamiento único, suele ser diferente en cada individuo. 

Algunos pedagogos exponen una de las preguntas más incoherentes: si a la hora de educar son más importantes los contenidos que la formación. Mientras los contenidos del saber no estén bien estructurados, y claramente relacionados unos con otros, no servirán de nada. Los contenidos, hechos de tal forma, dificultarían el aprendizaje. 
Todo ello es muy evidente, y también muy olvidado por aquellos que hacen los programas, excesivamente largos. A los contenidos hay que seleccionarlos y dosificarlos con esmero. También hay una cosa muy olvidada por algunos profesores, que se preguntan con toda la seriedad del mundo sobre si su tarea consiste en formar o en informar.
Un individuo bien formado es el que tiene sus conocimientos bien ordenados y estructurados.
Formar a una persona sin enseñarle cosas es como querer ordenar una oficina o casa vacía.
Todos los seres humanos tenemos inteligencia, pero no todos podemos tenerla de manera estimulada y desarrollada. Debido a esto, la estimulación temprana de los niños, entre su primer año de vida y los cinco años es crucial para poder hacer frente a la etapa de aprendizaje que comienza en la escuela básica.
Siendo tan fundamental, no se puede reflexionar sobre unas ideas cuando se carece de ideas, que es plenamente ignorada por mucha gente que presume de falta de memoria y nadie de falta de inteligencia. Y esta ignorancia es una de las razones que nos ha llevado al fracaso del sistema educativo.
El libro es un soporte para la memoria, no un sustituto, pero para muchos en su ingenuidad, piensan que sí lo es. Pero lo más grave es que esta ingenuidad, justificable en los estudiantes, está muy extendida entre pedagogos. Ni siquiera un diccionario, el libro de consulta por excelencia, es útil para quien no tiene buena memoria.
 Quienes tienen la misión de “formar” a los alumnos deben de tener presente tres cosas:
La primera, que la base de la madurez es, precisamente, la memoria. La madurez, dicho de un modo esquemático, es la capacidad de reflexionar sobre los despropósitos que uno ha hecho en el pasado, no para atormentarse culpablemente, pero sí para ser un poco menos memo en el futuro. Quien carece de memoria vive en un perpetuo presente y en nada pueden aprovecharle las experiencias pasadas.
Gracias al libro y la memoria, podemos proyectarnos al futuro, permitiendo dialogar, desde el presente, con los tiempos del pasado.
 
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