Hoy las redes sociales deberían ser empleadas para mensajes llenos de buenos propósitos y positivos, sin embargo son ocupadas por gente que solo destila odio, maldad y egoísmo, haciéndose eco de denuncias que, no siendo comprobadas, pretenden estigmatizar a personas como el actual prefecto Mariano Zambrano, con blasfemias, insultos, improperios y otras palabras malsonantes.

De aquellas que no solo ofenden a la persona a quien supuestamente van dirigidas, sino también al núcleo familiar del ofendido.

Yo simplemente soy un amigo más de Mariano, no soy contratista del Estado ni tengo algún interés por serlo, pero conozco de su trayectoria como persona, como político y como empresario. De allí que no estoy de acuerdo que un número no determinado de personas distraigan la labor que el Prefecto viene cumpliendo en esta provincia, lo cual es consecuencia de sus tres triunfos consecutivos a la misma dignidad y que lo convierten en un líder indiscutible, toda vez que, si no fuera así, sería inexplicable e inentendible su acogida, más aún en la última elección, cuyos resultados están todavía en la memoria de todos nosotros.

Los que escriben y transmiten estos mensajes fuera de tono “son personas tal cual insultan”; muchos de ellos han sido amigos del actual Prefecto y hoy se convierten en resentidos, quizás porque no siempre se los puede complacer con sus peticiones o porque piden lo imposible. 

Mariano cuenta con su mayor contingente que es saber ser amigo, siempre está con las personas más necesitadas y el pueblo campesino no lo olvida, ni lo cambia. En otras palabras Mariano Zambrano está donde está, gracias al pueblo que lo eligió.

Yo sé que algunas personas no estarán de acuerdo con el contenido de este artículo, y nos exponemos a improperios e incluso a descalificaciones de cualquiera de ellos y hasta de quienes dicen ser amigos; pero tengo que dejar sentado mi criterio por el amigo que hoy viene siendo objeto de ofensas de la forma más vulgar y canallesca, al que más bien le brindo una vez más mi amistad ética por el afecto puro y desinteresado. 

Y por los vínculos del espíritu y la moral, coincido también con Platón cuando dice que: “la amistad es el principio del valor y de todas las virtudes”