La nueva fiscal general de Brasil, Raquel Dodge, asumió ayer su cargo en una ceremonia a la que asistió el presidente Michel Temer, quien es objeto de una segunda acusación por presunta corrupción que está en manos de la Corte Suprema.
Dodge, de 56 años y fama de rigurosa, estuvo flanqueada en el acto por el propio Temer y por los presidentes del Senado, Eunício Oliveira, y de la Cámara Baja, Rodrigo Maia, también investigados por supuesta corrupción y junto a quienes estaba la presidenta del Supremo, Carmen Lucia Antunes, corresponsable de esos procesos.
La nueva fiscal definió el momento actual del país como de “depuración” de un sistema político acorralado por escándalos y se dijo “consciente de la enorme tarea” que tiene por delante.