“¡Estoy herida! ¡Estoy furiosa”, gritaban ayer al unísono las manifestantes desde las calles del centro de la Ciudad de México.
“Pido a la justicia que no haya impunidad. Pero no solo que no haya impunidad, sino una sola mujer muerta por crímenes violentos y por el simple hecho de ser mujer”, dijo Beatriz Cossío, activista y abuela.
Cossío, del colectivo Mujer y Justicia, era una de las muchas mujeres que ayer protestó entre la impotencia, la rabia y el llanto.
Algunas vestidas de luto, otras con cruces rosas, y la mayoría coreando los lemas “Vivas nos queremos” y “Ni una menos”, unas tristes consignas repetidas hasta la saciedad en un país donde asesinan un promedio de siete mujeres al día.
Mara era del estado de Veracruz, tenía 19 años y estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep).
La madrugada del 8 de septiembre abordó un vehículo inscrito en Cabify al salir de un bar en Cholula, en el céntrico estado de Puebla, para ir a su casa.
Desapareció y no fue hasta una semana después que fue hallada muerta.