El terrorismo no hace distinción de fronteras ni de ninguna otra condición. Sus ataques han causado cerca de cuatro mil muertes y un número mucho mayor de heridos y afectados en lo que va del año.

Son atentados contra la vida motivados por odios políticos, religiosos o racistas en los que mueren personas inocentes. Los terroristas matan sin contemplación de ninguna clase, movidos por la pasión y por sus creencias.

La comunidad internacional no puede ser testigo impasible de estas manifestaciones de violencia y terror. Debe unirse para rechazar estos sucesos y, más, buscar la forma de luchar contra ellos.

Los gobiernos deben tomar medidas para buscar y castigar con todo el rigor de las leyes las actividades vinculadas con el terrorismo, sea de la tendencia que fueren. La pasividad y la tolerancia conque se mira desde algunos puntos geográficos estos aberrantes atentados como que impulsan a su acometimiento, por lo que pareciera que la sinrazón del odio a la sociedad formalmente organizada estuviera creciendo. 

Ayer fue Barcelona, antes sucedió en Francia, en el Reino Unido, en Alemania, en Suecia. ¿Cuántos más deberán suceder para que los gobiernos del mundo entiendan que solo una intervención colectiva puede evitar esas masacres?