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Portoviejo
Niño vio cómo apuñalaban a su padre

Juan (nombre protegido) observó cuando un hombre le asestó tres cuchilladas a su padre. Lo escuchó pedir ayuda y lo vio desangrarse.

Jueves 17 Agosto 2017 | 08:00

 El niño tenía entonces seis años y, aunque ha pasado un año cinco meses desde aquel suceso, todavía sigue en terapia psicológica. 

Los hechos. Paola P., madre del menor, recuerda que aquel 14 de marzo del 2016 estaban reunidos, comiendo en casa.
Exprimía unas naranjas cuando alcanzó a ver el instante en que un familiar de su marido lo hería de muerte, relató.
“Él estaba con la boca llena, no pudo defenderse. Mi hijo, quien también estaba sentado en la mesa,  vio toda la escena”, contó llorando.
La mujer dijo que después del hecho su esposo alcanzó a levantarse. “Me pedía que no lo dejara morir, pero no resistió y a los pocos segundos cayó”, expresó.
Edisson G. L. P.  (27) fue llevado al hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, donde después de tres horas de agonía murió.
“Fueron las tres horas más difíciles, pues vi cómo mi marido moría lentamente”, indicó.  
Edisson fue sepultado en el cementerio de Picoazá, cerca de allí está la que fue su casa donde el vacío por su partida no ha podido ser llenado.
Paola cuenta que a raíz de ese crimen su hijo empezó a tener pesadillas.
Secuelas. Por las noches se levantaba temblando, llamando a su papá, diciendo que lo había visto. En la escuela ya no era el niño aplicado de antes y las quejas por su comportamiento eran constantes al igual que sus notas bajas.  Paola recordó que Juan repetía seguidamente el nombre del asesino de su padre y, además un día su hermana menor lo encontró cuando intentaba suicidarse, lo que fue detonante para buscar un psicólogo.
Dijo que por ahora el niño está más tranquilo, pero aún así el Día del Padre no quería ir a la escuela ni participar en los trabajos manuales, pues a pesar de las terapias que recibe superar lo sucedido no es nada fácil. 
Paola recuerda que era madre soltera de una niña cuando Edisson la enamoró y apoyó sin condiciones. “Teníamos 9 años de relación. Pensé que Dios me había recompensado. Los fines de semana nadie nos encontraba en casa, pues salíamos a pasear. Realmente fuimos felices”, comentó.
La mujer, quien presentó la denuncia por el crimen, no alcanza a entender por qué  su marido fue victimado, pues, dijo, no había causa alguna, versión que el procesado confirmó en las audiencias de juzgamiento. 
“El sobrino de mi marido era consumidor, él le tenía pena y me decía ‘mija démosle comida, nosotros también tenemos un niño’”, señaló sin contener las lágrimas.  
Tito Livio Mendoza, abogado de la parte acusadora, manifestó que en conjunto con la Fiscalía lograron una sentencia de 25 años contra José L., sin embargo ellos apelaron la condena al considerar que hay agravantes que podrían aumentar en un tercio la pena. 
Es por ese motivo que la sentencia todavía no está ejecutoriada, señaló el jurista. 
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