Actualizado hace: 936 días 23 horas 32 minutos
El lanchero de la droga

La noche en que “Marcelo” fue reclutado por narcos su hija estaba internada en el hospital de Manta.

Miércoles 16 Agosto 2017 | 04:00

La pequeña tenía neumonía. Él fue llevado a una finca, en Colombia, donde aprendió a surcar perfectamente el océano Pacífico manipulando una brújula y tres cartas de navegación.

El entrenamiento duró tres semanas, y a su disposición tenía whisky, comida, droga y mujeres, detalla. 
“Marcelo”, nombre protegido, pide discreción y cuenta su historia dentro de un karaoke. No quiere fotos ni preguntas que involucren a los narcos. 
Empezó a pescar cuando tenía 13 años, en un bongo de madera que fue elaborado por su abuelo. 
¿Cómo fue la conquista de los narcos? 
Todo surgió la noche que su hija estaba en el hospital y no tenía dinero para el tratamiento.
Recibió la llamada de un amigo encargado de reclutar a pescadores para llevar cargas de droga al exterior. “­Me propuso hacer ‘una vuelta’, porque querían a alguien que conociera de rutas. Tenía dos días para tomar una decisión, pero antes de las 24 horas acepté llevar la droga por dos motivos: pagar el tratamiento  de mi hija y reconstruir mi casa, que resultó afectada por el terremoto. Pedí 40 mil dólares”, revela.
El pescador dice que antes de llevar la carga de droga lo entrenaron. “Allá nos conquistan con buenas mujeres. Todas bellas. Bien puestas”, destaca.
“Marcelo” hace una pausa y pide una cerveza. “La vida no es fácil”, dice.
El mesero se acerca y pone la cerveza en la mesa, y “Marcelo” bebe un trago.
Entrenamiento. El pescador indica que en la primera semana aprendió a manipular una brújula y tres cartas de navegación. Por las noches no podía faltar el trago, y al despertar la buena comida: camarones, pescado, pollo, cerdo y pavo. El menú era exquisito.
La siguiente semana conoció las rutas por donde debía navegar, y hasta le ofrecieron pequeñas dosis de droga para consumir. “No se preocupe si se marea o intoxica: tenemos un médico en la finca”, le decía el instructor.
En la última semana afinaron detalles del viaje en altamar y aprendió a armar y desarmar celulares con GPS y boyas satelitales -que usan los narcos para saber la ubicación exacta de la ‘merca’-.
Luego de ser entrenado salió con la primera carga de “coca” desde una playa de Manabí. El destino era Centroamérica.
Sucedió una noche cuando se celebraban las fiestas de San Pedro y San Pablo.
Antes de poner los pies en la lancha, “Marcelo” rezó tres padrenuestros y se encomendó a la Virgen María. No lo hizo por miedo, sino por protección, afirma, y es un ritual que no ha dejado de hacer.
El pescador confiesa que les pagan entre 30 mil y 60 mil dólares por viaje. El valor depende del tiempo que se tarden en entregar la carga. 
Antes de salir, les entregan un anticipo del 40 por ciento a los tripulantes de la lancha rápida, y el resto cuando regresen. Cada salida dura entre ocho y quince días. 
Desde hace un año ha transportado lanchas con droga, pero en los tres últimos viajes tuvo que abandonar la droga en las playas de Tumaco, Colombia.
El cambio de planes obedece a los operativos de la Marina realizados en altamar, en las costas de Colombia y Ecuador. 
Luego, dice, regresan al lugar donde dejaron la cocaína para continuar con el viaje y entregarla al destinatario. Ahora “Marcelo” ya no viaja regularmente.
Señala que en media travesía deben localizar a las “gasolineras flotantes”, que son los barcos artesanales que abastecen de combustible a las lanchas rápidas. 
El pescador toma el vaso de cristal por segunda vez, lo llena de cerveza y se lo bebe hasta la mitad. “He hablado mucho”, advierte.
¿Cómo los cotizan?
“La cotización depende del conocimiento de la ruta y los días en que demoramos en entregar la mercancía”. 
¿Es verdad que les hacen jurar un pacto?
“Sí, pero contigo lo incumplí. El pacto gira en torno al silencio”, añade y no habla más del tema.
Operativos. Durante el año, varios han sido los cargamentos que la Policía y la Marina han decomisado en el mar. Las autoridades han anunciado que realizan constantes controles.
La última captura de pescadores se dio la semana pasada en las costas de Esmeraldas. Allí se detuvo a tres manabitas y un mexicano a bordo de una lancha, en la que transportaban aproximadamente 981 kilos de cocaína.
Según el artículo 220 del Código Órganico Integral Penal (COIP), quien trafique sustancias catalogadas como sujetas a fiscalización será sancionado con una pena de diez a trece años de cárcel.
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