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Juanito, el abogado que venció barreras

Aunque sus manos no podían escribir, ni sus piernas caminar rápidamente, la lucidez de su mente lo ayudó a progresar.

Viernes 28 Julio 2017 | 04:00

A Juan Medranda nada lo detuvo hasta llegar a su meta: convertirse en abogado de la República.

Historia. Cuando nació, sus familiares notaron que tenía problemas, sus brazos y manos no tenían la forma o los movimientos habituales. Luego, en la época donde normalmente comienzan a hablar, también notaron un problema.
Su madre, Alicia Párraga, atribuye que nació así debido a que pasó un gran susto durante el embarazo.
Así, Juanito creció feliz aunque sin asistencia profesional en la lejana zona rural de la parroquia Convento de Chone. 
Allá estudió la escuela con la ayuda de sus familiares. Luego su familia decidió asentarse en Portoviejo.

Gran cambio. La vida de Juan en la capital manabita fue cambiando. 
La parte económica en la ciudad no perdona. Primero, para subsistir vendía botellas de agua, caramelos y más golosinas en parques y calles. 
Fue una época dura, recuerda; sin embargo, decidió seguir sus estudios de secundaria por medio de un colegio a distancia. 
Cumplida esa etapa y con el título de bachiller de la República, el joven juró no detenerse y entonces decidió dar el gran paso de hacerse profesional.
La ley y la justicia siempre lo habían atraído, entonces se fue a estudiar a Manta la carrera de Derecho. 
Sin embargo, la situación económica se planteó como un inconveniente casi tan importante como la parte física. 
Entonces, lleno de agallas se fue a conversar con los directivos de la cooperativa de transporte CTM a quienes les dijo “yo no quiero ser una carga ni para mi familia ni para el Estado, quiero estudiar pero sí requiero su ayuda”, les recalcó.
Los representantes de la cooperativa al ver la valentía del hombre se comprometieron a llevarlo y traerlo gratis desde Portoviejo hasta la Universidad Eloy Alfaro de Manta. 
Siete años viajó sin pagar en las unidades de esta cooperativa. 
En  ese tiempo, Juan cumplió con sus estudios. 
Recuerda que debió realizar un gran esfuerzo para estudiar, pues al no poder escribir rápido muchas veces tenía que prestarle los cuadernos a sus compañeros y sacar copias para luego estudiar, hasta que alcanzó el título de abogado para llenar de alegría a su madre Alicia que rebosaba de orgullo en la ceremonia de graduación.
Trabajo. Sus ganas de aportar a la sociedad no se quedaron allí y aplicó para trabajar en la Corte de Justicia. 
Actualmente realiza la labor de gestor de archivo en esa entidad, un trabajo que cumple a cabalidad y por el cual sus compañeros y compañeras le reconocen.
Aunque también, Juan es reconocido por su elegancia, pues generalmente viste de leva de color distinta al pantalón y complementa su atuendo con un sombrero rematado con una cinta alrededor. 
Parece una imagen sacada de una película de Hollywood, dicen sus compañeros con alegría.
Pero Juanito no se estanca allí. Aclara que lleva una vida normal como cualquiera, hace todo lo que debe hacer “incluso trasnochar”, dice entre risas cuando resume que gusta de las fiestas. Menciona que en algún momento le gustaría casarse y tener familia. Eso será cuando aparezca la persona ideal. Eso sí, a esa media naranja deben gustarle las aventuras y los viajes, pues Juan es viajero incorregible, por ahora mochilea en buses, se va solo y así ha conocido gran parte del país.
 Por ahora su nuevo objetivo es estudiar una maestría en Derecho civil o laboral, pues asegura que siempre hay que estar en constante preparación.
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