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El Florón 4
Los saca de las drogas a punta del santo rosario

Hay ocasiones en que Barbarita llega al grupo de jóvenes y el olor a droga es intenso, amenaza con marearla, pero ella no se inmuta y sigue su labor.

Domingo 23 Julio 2017 | 04:00

“Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor…” Barbarita reza para que ellos la imiten. Empieza por hacer la señal de la cruz. Algunos se molestan, otros se sorprenden y unos cuantos empiezan a llorar. Eso sí, ninguno le falta el respeto. 

De esta manera Bárbara Gorozabel ha logrado sacar a decenas de jóvenes del mundo de las drogas y la 
delincuencia. Ella es reconocida por los vecinos de El Florón 4 por su formación religiosa y por sus ganas de ayudar a la comunidad, sobre todo a quienes cayeron en el vicio.
 
>llegada. La técnica de este dama de 67 años de edad es sencilla: cuando no está en la iglesia de la Santísima Trinidad anda por las calles, mira los callejones y las esquinas, y donde observa grupos de jóvenes simplemente llega y les aplica el poder de la palabra.
Señala que una persona en drogas lo que necesita es amor, comprensión y ternura. Cuando llega les hace la señal de la cruz, les dice que lleva un saludo del Señor y les pregunta “si saben cuánto los quiere Dios”. Indica que estas personas con adicción apagan sus cigarrillos, algunos la abrazan y otros le dicen “quiero salir de las drogas”. Un mínimo porcentaje se molesta, pero no lo expresa, dice.
También les reza un Rosario, algunos la acompañan y así empiezan el difícil camino de salir de ese submundo. 
Vecinos de El Florón como Jayro Alcívar mencionan que Barbarita inició esta labor hace más de 30 años, cuando la zona era extremadamente peligrosa. Recuerda que “no se amilanaba ante nadie”.
La mujer señala que aunque corre riesgos en su misión, siente una gran alegría espiritual cuando ve a los exdrogadictos convertidos en personas de bien. Muchos de ellos ahora tienen una profesión como electricistas, ebanistas, además de esposas e hijos. “Varios ya tienen carro y cuando me ven caminando me dan un aventón y hasta me esperan”, dice orgullosa.
 
>esfuerzo. Era dueña de una picantería en la zona de La Merced, en el centro de Portoviejo, pero al notar que no tenía tiempo para dedicarse a los demás decidió dejar el negocio y se radicó en El Florón. 
Sus siete hijos, que son profesionales, le piden que haga una pausa, pero ella asegura que seguirá hasta que Dios le permita caminar. Sufrió la fractura de la mano izquierda en un accidente, “entonces eso es muestra de que Dios quiere que siga caminando”, dice entre risas. 
Ante tantas evidencias, sus hijos se rinden y la ayudan para que siga con su labor.
Con su brazo vendado sigue buscando más chicos en desgracia, pues considera que siempre se puede hacer algo por el prójimo.
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