El centro de Portoviejo ahora se extiende cual franja gris con escasos síntomas de vida, con amplios solares vacíos, edificios sin ocupantes y ciertos almacenes cuyos propietarios apuestan a su rehabilitación, para rescatar el tradicional movimiento perdido a raíz del terremoto del 16 de abril del 2016.

Y se hace muy notorio su estado porque a diario hay que atravesarlo para dirigirse a los lugares donde se ubican las instituciones que hacen la vida de la ciudad, mayoritariamente ubicadas a los extremos de la urbe.

Y esa situación hay que superarla, exigiendo a la municipalidad y al gobierno el urgente restablecimiento de los principales servicios comunitarios, como alcantarillado, agua potable, energía eléctrica, telefonía.

Que regresen las instituciones que antes allí laboraban; y, en especial, que se vuelva a brindar la seguridad con la presencia policial,  para espantar y erradicar a los delincuentes que hacen de las suyas sin preocupación alguna.

Hay que devolver a la ciudad la zona abierta y viva que era su centro, cumpliendo con unir a sus extremos, no separándolos como ahora.