El tiempo le ha dado la razón y Federer se impuso ayer a Marin Cilic por 6-3, 6-1 y 6-4, en una hora y 41 minutos, para cerrar un glorioso círculo. Y es que el primero de sus ya 19 Grand Slam fue en el torneo británico en el 2003. Para encontrar su último triunfo en la catedral del tenis había que remontarse al 2012, cuando se impuso a Andy Murray en cuatro mangas. Lloraba el vencedor de emoción después de terminar su exhibición con el octavo servicio directo. 

Ayer el suizo tuvo una de las finales más plácidas que haya podido vivir en su prolongada y prolija trayectoria ante un Cilic compungido, que pidió dos veces asistencia médica en el segundo set.

Eterno. Federer ya es el hombre más laureado de la historia de Wimbledon. Ha conquistado su octavo título, rompiendo el equilibrio a siete con el estadounidense Pete Sampras y el británico William Renshaw. A sus 35 años y 342 días de edad se convierte en el campeón más veterano de la era profesional en el All England Club.

El tenista de Basilea, a pesar de no jugar durante los meses de abril y mayo, saltándose tres Masters 1.000, Montecarlo, Madrid y Roma, y Roland Garros, asciende al tercer puesto del ranking, superando a Stan Wawrinka y Novak Djokovic, y sólo por detrás de Murray y Rafael Nadal.

Por segunda vez en su carrera terminaba uno de los cuatro grandes sin ceder un set.  La primera fue en el Open de Australia del 2007.  Federer es en la hierba del All England Club lo que Nadal en la tierra batida. Desde el 2009 no ganaba dos Grand Slam en una misma campaña. A sus ya casi 36 años Federer parecer ser eterno. El tiempo no lo mueve, él se mueve con el tiempo.