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Rosa Dalia Cevallos
Rosa Dalia Cevallos
Por: Rosa Dalia Cevallos

Viernes 23 Junio 2017 | 04:00

Una calma notoria envolvía el primer sábado posterior al 24 de Mayo, sin que de lejos se oyera un radio, un televisor desde donde saliera la voz de Rafael Correa. Era una calma de cementerio, después de agitados días en que los ecuatorianos temimos que grupos contrarios a los nuevos resultados electorales instituyeran la protesta permanente, en las calles de Quito especialmente.

Para contento de los opositores, uno de los puntos que el nuevo gobernante Lenín Moreno estableció fue la escasa presencia del Ejecutivo, emulando a ciertos países europeos. Primer alivio para los enemigos del gobierno  del exmandatario Correa que denostaron  su tipo de mandato como hiperpresidencialismo.  El consenso entre los diferentes sectores que hacen el país antes de emitir decretos y resoluciones deja ver más que un cambio de estilo, un ablandamiento y hasta alejamiento de  lo que  bien identificados enemigos del régimen llamaron Correazo. 
Aquí hay una línea muy débil en que el desdeñado Estado controlador podría ceder espacios a la autoregulación, al indulgente autocrontrol.  Ya uno de los excandidatos manifestó sin recato alguno que hay que acudir nuevamente a las entidades multilaterales de crédito y aceptar sus recomendaciones, sin énfasis en la soberanía. Las recomendaciones o recetas que antes de Rafael Correa el debilitado Ecuador debía seguir gobierno tras gobierno. Pero estos mismos genios de la Economía no pueden explicar por qué el Ecuador no despegaba en tantos años de obediencia perruna a los multilaterales. 
Mientras se acataban las recomendaciones  y se pagaban los créditos a costa de paquetazos,  se cambiaban los gobiernos como si se tratase de programas reality de la TV. Pero los castos defensores de ese sistema eran felices porque no nos bajaban tanto en la lista como país de riesgo,  pues los pagos estaban asegurados a costa del empobrecimiento del pueblo y de las capas medias.
Los casos de corrupción  que campeaban en todos los gobiernos como los Gastos Reservados, fondos del Estado manejados secretamente, quedaron sepultados en la memoria de los más ingenuos por el escándalo Odebrecht. La empresa constructora recibe las pedradas de todos como empresa más visible. Pero no se ve que las corruptoras coimas llegan a entidades seccionales de todo el país. Mini Odebrechts hay por montones,  pero la corrupción no deja huellas, se ha dicho siempre, hasta que en este caso una exempleada brasileña habló.
El presidente Moreno pide la cooperación de las Naciones Unidas para eliminar la corrupción, lo que deja dudas sobre la injerencia de las grandes potencias que no nos defienden en casos como los de empresas extractivistas, no constructoras, frente a las que perdemos juicios como el de Chevron. De allí que era necesario renegociar los tratados de negocios con varios países europeos, pues cualquier diferencia futura la resolverían ellos mismos.
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