Ella vive en una carpa junto a su esposo y sus tres hijos luego de perder su vivienda en un incendio que ocurrió el pasado 2 de mayo, en la ciudadela El Florón 7.
A falta de una casa, a Elizabeth le preocupa la situación de sus niños, quienes aún reciben tratamiento psicológico. Ellos fueron rescatados de las llamas.
Elizabeth no puede ocultar su tristeza al decir que su segunda niña sufre de epilepsia y debe darle medicamentos diarios.
Eso le cuesta 100 dólares mensuales, explica.
Marino Sancán, esposo de Elizabeth, dice que llevan el tratamiento médico de su niña, pero todos los registros se les quemaron.
Suceso. El día del incendio, Elizabeth recuerda que junto a su esposo salieron a sus sembríos a coger un poco de fréjol para el almuerzo, mientras que los menores se quedaron en casa durmiendo. Luego ocurrió la desgracia.
“Un vecino rompió la cerca y tiró la puerta y dice que los niños estaban abrazaditos los tres cerca de la cocina, me los salvó, sino morían ahí, pero Dios es grande”, narra mientras las lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas.
“Es duro quedarse sin nada de la noche a la mañana”, agrega.
Los esposos dicen estar agradecidos por quienes les han ayudado, al igual que su vecino que le salvó la vida a sus pequeños.
Marino comenta que personal de Portoaguas también les han ayudado con materiales para empezar a construir su casa. Pero aún requieren cemento, ladrillos y otros materiales.
Por ahora ellos mismos ponen la mano de obra.