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Delfín y el Jocay: Una historia de amor

El capitán del Delfín, Francisco Silva, mira las gradas vacías del mutilado estadio Jocay y la mente se le llena de imágenes, de recuerdos.

Miércoles 07 Junio 2017 | 04:00

Camina sobre el césped, señala el arco que está sobre la General Norte y dice: "Solo he hecho goles en este arco, son cinco".
Este año lleva dos. El último abrió el marcador en la victoria ante Independiente del Valle por 2-1, el viernes pasado, un duelo ganado sobre la hora con tanto de penal sobre Garcés. Ha sido el gol que más se gritó en lo que va del año. Se celebró desde que el árbitro pitó penal.
Ahora las gradas lucen vacías, y Silva camina por el área chica de un césped que conoce bien, porque allí ha jugado las últimas cuatro temporadas, pero nunca como ahora: Con su equipo líder e invicto, con toda la ciudad mirando hacia ellos.
Cuando llegó Silva a Delfín, en 2014, el estadio estaba completo. Hasta que vino el terremoto del 16 de abril del 2016 y le dejó una herida: Tuvieron que demoler la Preferencia, la única platea que resistía del antiguo estadio en pie desde 1962; la Tribuna quedó afectada y su techo debe ser desmontado.
Las generales, también conocidas como las populares, sufrieron menos: tuvieron que hacer pequeños arreglos para que Delfín, luego de deambular por Guayaquil, Quevedo y Portoviejo, vuelva a jugar en 2016 en su casa ante Aucas, 180 días después de haber disputado su último duelo en el escenario.
-Afuera nunca nos sentimos locales; en Manta sentimos el cariño, es bueno haber vuelto -dice Silva antes de soltar otro recuerdo que le pasa por la cabeza mientras mira el estadio mutilado y vacío.
-El año pasado empezamos aquí el campeonato. Ante Liga, ganamos 2-0. Recuerdo que en todas las localidades había gente. Fue lindo.
Ahora es solo un recuerdo. Delfín es líder del torneo, pero está lejos de tener un estadio a la altura. 
Javier Macías, presidente de la Liga Cantonal de Manta, ente que administra el Jocay, señaló el 16 de mayo que los fondos enviados por la FIFA para el arreglo del escenario ya estaban en manos de la FEF. 
22 días después, los arreglos (que tendrán un costo de 260 mil dólares) no empiezan y Delfín tiene que jugar con dos generales habilitadas en donde se mezclan aficionados, dirigentes y periodistas. Ante Independiente hubo mucha gente que se quedó afuera, y en los graderíos los aficionados estaban apretujados.
Cada General tiene una capacidad para 4.500 personas. Es decir que nueve mil personas festejaron, como si de un título se tratara, el gol de Garcés. Fue un abrazo largo: en la cancha los jugadores se abrazaban y en los graderíos los aficionados. Hubo algunos que hasta lloraron.
Contagiados. Es probable que de lo que más se habló en Manta el año pasado fue del terremoto. Este año, de lo que más se habla en las calles es de Delfín.
-Delfín acapara la temática de las esquinas -explica el narrador deportivo Alejandro Giler.
Él cree que el equipo contagia lucha, sacrificio y una postura de no rendirse hasta que el partido haya acabado, lo que ha hecho que se ganen partidos al último minuto. 
-No hay figuras, somos todos iguales acá, todos metemos igual y luchamos siempre -resume el mediocentro Matías Duffard.
Es ese espíritu el que ha contagiado a Manta. 
-Y no solo Manta: Delfín está en boca de todo Manabí. Hinchas de otros equipos apoyan al “cetáceo” -explica Giler.
Antonio Gallegos es barcelonista, pero este año Delfín lo ha conquistado. -Quiero que gane la etapa y el campeonato -dice.
José Delgado, presidente “cetáceo”, cree que el apoyo de la gente ha sido fundamental. Por eso ha mantenido precios populares: 3 dólares para la General Norte y 5 para la Sur. Él también fue el artífice del retorno del Delfín al Jocay, convencido de que no hay nada mejor que casa, aunque esté mutilada.
La sanación. Camino al estadio Jocay, los jugadores “cetáceos” reciben el apoyo de la gente que se cruza por las calles. Los futbolistas se asoman por las ventanas de las furgonetas que los transportan desde el hotel y ven puños apretados en señal de fuerza.
-Sentir esa vibra motiva mucho. Nosotros necesitamos a la gente -cuenta Silva, un ídolo local, quien dice que este año quiere hacer historia por una razón: cambiar el recuerdo del terremoto por otro más alegre.
-Quiero dejar a Manta en alto. Después del terremoto la gente quedó dolida; si nosotros hacemos historia, la gente se va olvidar un poco del terremoto -reflexiona Silva, quien dice estar consciente de que hay algunos que creen que la historia de Delfín y el estadio Jocay es una historia de amor. La de una novia que se ha quedado mutilada en medio de la relación, pero que, a pesar de eso, el novio ha decidido quedarse junto a ella. Y eso, piensan algunos, ha traído bendiciones al equipo.
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