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Dra. Bella Coppiano: presencia y legado
Dra. Bella Coppiano: presencia y legado
Por: Enrique Delgado Coppiano

Sábado 27 Mayo 2017 | 04:00

Lo repite con frecuencia el Papa Francisco: “trascienden y se perennizan aquellos que más se entregaron en beneficio de sus semejantes”.

Sabio pregón que desde muy joven fue la senda escogida por doña Bella Ruth Coppiano Castillo, mujer chonense que iluminó por varios años el vivir de su solar nativo.
Ella se distinguía en su amable espíritu de servir sin condición alguna.
Destacó en su amor filial, en que su madre, doña Mercedes Castillo, era guía y razón de su existencia, teniéndolo a su lado junto a sus hermanos. 
Escogió ser doctora en medicina, haciendo de ello un apostolado. 
Acorde con sus sentimientos atendía con erudición y conocimientos siempre actualizados.
Como retribución esperaba sola una sonrisa y ver al paciente que, recuperado se despedía diciéndole: “gracias doctora Bellita”. 
Esto la hacía feliz, replicando: “búsqueme siempre que me necesite”. 
Así fue su carácter lo que la llevó a ser escogida por las autoridades médicas nacionales para incluir sus conocimientos en la salud pública, en varios cargos, hasta que en 1978 fue designada como directora del Centro de Salud de Chone. 
En 1995, directora del Área de Salud Nº 3 de Manabí. funciones de gran responsabilidad que desempeñó con profesionalismo, honorabilidad y sapiencia, con entrega total de tiempo más allá de horarios o exigencias. 
A la vez cumplía de esposa y madre a quienes la querían y apoyaban en su decidido empeño de servir.
Su esposo, Dr. Elicio Mendoza, sus hijos Fernanda y Leonardo, quienes junto a sus nietos fueron una motivación más para luchar por varios años contra una dolencia de salud muy grave.
A la misma hizo frente con fortaleza, más allá de lo que pueda resistir el ser humano. 
No hay duda alguna que la Dra. Bella Coppiano Castillo de Mendoza fue una heroína de imponderables virtudes cívicas.
Su partida afectó a la colectividad ecuatoriana que reconocía su valía y actitud permanente de servir.
Su nombre es ya una enseña ilustre de servir al prójimo en la noble misión de la atención médica.
Esta fue cumplida con el contenido filosófico del juramento de Hipócrates.
Y con la doctrina del Supremo Redentor, que esperamos sea un gran ejemplo para todos quienes escogieron la medicina bajo el principio de brindar salud a todos los que  lo requieran.
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