La chirimoya es considerada una fruta nativa de la comunidad. 

Suave y blanca por dentro, atrae a quienes transitan por este tramo de la vía. En este lugar usan pocos letreros, pues las centenares de frutas agrupadas de a cinco llaman la atención a más de uno. Es imposible pasar por Las Coronas y no percibir su olor.

Érika Zambrano se dedica a vender esta fruta. Con tiras de plástico atadas a un pedazo de madera espanta a las abejas que llegan por el almíbar. 

Indica que si el día es bueno, puede vender hasta 100 chirimoyas. Se venden cinco frutos por un dólar. 

“Esperamos que reconozcan que este es el sitio donde se cosecha la chirimoya, deseamos tener mayor acogida”, agregó Zambrano.

Producción. Quienes aprovechan la temporada de esta fruta consideran que esta vez ha existido una buena producción, a diferencia del año anterior. Sus habitantes tratan de venderla lo más pronto posible, debido a que es muy delicada cuando está madura y no es conveniente tener pérdidas.

Lidia Macay, quien también vende chirimoyas, espera tener buenas ventas y  así poder sacarle provecho a esta fruta. 

Para poder recolectarla se debe de tener paciencia. Con ayuda de escaleras suben a los árboles y evitan que los productos se aporreen. 

Si recibe muchos golpes la fruta se pone oscura.

Marisol Delgado viajaba hacia Guayaquil y aprovechó el momento para comprar.