Porque los pequeños negocios cerrados, los solares vacíos y los edificios que se siguen derrocando, son la muestra de lo allí sucedido con ocasión de ese funesto 16A.

Porque las dignidades de organismos gubernamentales y educacionales siguen siendo ocupados por gente de afuera, como si Bahía de Caráquez no tuviera elementos preparados y representativos, que regenten y dirijan esos entes generadores de puestos de trabajos, cuya remuneración circule en el medio y no en otros lares.

Y en fin, por todas las circunstancias negativas que trajo ese sismo de 7,8, el que dentro de un plan eficiente llevado a cabo por un organismo reconstructor manabita y autónomo, hubiese podido dar cara positiva a esa necesaria regeneración de Bahía.

Por ello es que los bahieños nativos y de corazón, queremos aprovechar esta columna semanal para llegar a lo profundo del sentimiento humano, hacer reflexionar a los nuevos representantes de los poderes legislativo y ejecutivo, para que, en primer lugar, se modifiquen las condiciones de ese organismo llamado a ser reconstructor de verdad; y luego, con imparcialidad, se dé a cada quien lo que necesita y en plazo no muy largo, se llegue a la real y verdadera reconstrucción y regeneración en todos los órdenes que hagan posible que Manabí vuelva a ser el Manabí de ayer y de siempre, y que Bahía de Caráquez recupere el accionar que por su prestigio tuvo. Ojalá que el espíritu de servicio que por años ejerció el presidente Lenín Moreno como miembro de una prestigiosa institución lo lleve a cambiar el rumbo que se ha estado llevando esta llamada “reconstrucción” de Manabí.

Y ojalá que propios y extraños, que representantes institucionales de la localidad, de la región y del país, nos unamos y hermanemos, aunando esfuerzos para llegar a conseguir lo que Bahía necesita y exige, cuál es su reconstrucción dentro de lo que siempre fue esta centenaria, pequeña, atractiva, acogedora y hermosa ciudad. 

¡Todo por Bahía de Caráquez!