Más allá del discurso ideológico y las pasiones divulgadas en la sabatina de despedida, las amenazas en la realidad palpable del ecuatoriano no son ni el diario La Hora ni la oficina continua que pueda tener el nuevo expresidente sino la pulsión económica de recuperarnos de una crisis que se nos viene negando. El FMI estima que el decrecimiento de este año será de 1,6%, la Cepal lo pone en 0,6%. El gobierno anunció que tiene un déficit de 12,5 millardos de dólares americanos. El IVA debe volver al 12% en junio, allí también se completaría el desmantelamiento de salvaguardas. Con esto la recaudación fiscal disminuirá. Cómo financiará el nuevo gobierno no sólo el déficit actual sino las promesas de campaña es algo que a todos nos queda por ver. El mensaje principal comunicativo de la transición ha sido el del silencio, igual que en la campaña. Lo que esto signifique sólo lo veremos materializado en las medidas económicas que se tomen. Mientras tanto, son elucubraciones.

Las estadísticas de empresas que no reportan utilidades son altas, las grandes empresas que pueden tener músculo financiero para aguantar e inclusive consolidarse en crisis puede que cuenten otra historia pero son la excepción. La tasa de desempleo sigue al alza, sin embargo el consumo está en proceso de recuperación. El año pasado, la tendencia en el comportamiento de tarjetas de crédito era que el tarjetahabiente se dedicó a pagar deudas y no a consumir más, la lógica nos puede llevar a pensar que al saldar deudas los consumidores volvieron a utilizar sus créditos. Sin embargo, cuando se analiza el comportamiento del crédito corporativo, la banca no logra colocar la liquidez disponible que tiene para este rubro. Es decir que no hay confianza en inversión. La confianza hay que ganársela y cuesta un segundo perderla. Ese dicho es de sapiencia popular. ¿Qué quiero decir con esto? Que al parecer la población le habría dado el beneficio de la duda al recientemente electo presidente, Lenin Moreno.

Es una gran responsabilidad la de recibir un país con indicadores en rojo, más aún si se recibe la posta del mismo grupo político. En teoría, no puede repetir lo que su predecesor ha dicho hasta el cansancio, que todos los problemas del Ecuador fueron creados antes de Correa. Todos sabemos que esa falacia es parte de un discurso populista que busca no reconocer el costo de malas decisiones, pero eso es para otro análisis.

Esta semana tendremos nuevo presidente y nuevo gabinete (Asamblea nueva tenemos desde la semana pasada). El presente económico y social, incluida la dolarización, requiere medidas específicas que nos enrumben al progreso y no lo contrario. Las necesidades apremian.