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Compiten con el Mall del Pacífico

El Mall del Pacífico ha afectado a varios restaurantes, pero los dueños creen que aquello cambiará.

Sábado 20 Mayo 2017 | 04:00

En el restaurante La Falúa la venta de almuerzos bajó de 60 a 30 platos diarios. 

Gema Muñoz, administradora, dijo que todo empezó justo hace un mes, cuando el Mall del Pacífico abrió sus puertas al público. Desde aquel entonces, agregó ella, perdió el 50 % de sus ventas.  
El negocio está ubicado a menos de 50 metros de lo que hoy es el centro comercial más grande de Manabí. 
Este tiene 170 locales comerciales, de los que cerca de 25 son exclusivamente de comida. Ofertan una extensa variedad de platos que representan una competencia directa para cualquier restaurante ubicado en los alrededores de la zona. 
Sin embargo, y a pesar del bajón económico sufrido hasta ahora, Muñoz prefiere no ver al Mall como una competencia. Es más, dice entender la situación que atraviesa su negocio. 
Es que, a criterio de ella, actualmente se vive en la ciudad un “momento de novelería” con el Mall. 
Es decir, la gente acude masivamente por conocerlo y se olvida de los negocios pequeños. 
“Estamos viviendo el boom del Mall, donde la gente acude bastante por conocerlo, tomarse fotos y consumir. Pero eso durará solo tres meses máximo, y de ahí todo se normalizará para los negocios de esta zona”, señaló Muñoz. 
Con ella coincide Andrés Estrada, administrador del restaurante Jireh, ubicado en el malecón escénico de la playa El Murciélago. 
Él contó que la reducción de sus ventas es del 30 %, pero solo en fines de semana. De lunes a viernes la cantidad de platos vendidos se mantiene como siempre, añadió. 
Estrada cree tener una razón por la cual ahora vende menos los sábados y domingos: son días donde la familia aprovecha a pasear unida, entonces prefiere hacerlo en el centro comercial, calificado también como uno de los más grandes y modernos del país. 
Él aclaró no sentirse perjudicado, ya que es un hecho común dentro de la competencia comercial. Y, además, afirmó que dentro de varios meses la estabilidad  volverá para su negocio, porque habrá acabado “la novelería” del momento. 
También porque, insistió, no es lo mismo comerse un ceviche o pescado apanado frente a la playa que en un centro comercial. 
Número de visitas.  En otros restaurantes del Malecón la historia es distinta: las ventas se han mantenido igual que antes, y en algunos se habla de incremento. Es que, según se explicó en varios de los negocios, la afluencia de personas en el Mall es tan alta, que en ocasiones a los clientes se les dificulta comprar comida, entonces deciden salir para alimentarse en restaurantes cercanos. 
Eso lo corroboró Stella Bernal, administradora del Mall, asegurando que solo en la primera semana de apertura más de 60 mil personas visitaron el lugar. Ha estado con un lleno total, señaló. 
Ella no se atrevió a dar una cifra de visitas hasta el día de hoy, a un mes de su inauguración. Solo manifestó que han tenido un “éxito total”, y que esta semana ubicarán contadores en las puertas del Mall para determinar el número de personas que ingresan diariamente.  
La administradora reconoció que lo nuevo siempre atraerá a las personas, y es justo aquello lo que ha provocado el centro comercial en la ciudad, donde incluso personas de otros cantones de Manabí también han llegado para conocerlo. 
Por esa razón ella invitó a los negocios aledaños a renovarse constantemente, porque es una forma de competir y atraer clientes. 
Santiago Gómez, dueño, de un local de ropa de playa, creyó que tras abrir el Mall sus ventas bajarían, pero ayer dijo que nada de eso ocurrió. 
Tampoco es que se han incrementado, sin embargo dijo que ahora cruzan más personas por su local. Él cree que eso es una buena señal para en un futuro mejorar las ventas.   
Experiencia. María Teresa Ruperti sostuvo que ha perdido un 20 % de sus ventas. Es la dueña del restaurante Beach Comber, ubicado en la Flavio Reyes.
Para ella, es normal que se pierda los primeros meses frente a un gigante, pero también sostiene que ese “golpe bajo” no durará para siempre.  
La esperanza de ella es que su negocio tiene 30 años de experiencia, tiempo en el que ha adquirido clientes que no perderá fácilmente. 
Además, añadió Ruperti, en costos y sabores no manda  la más grande estructura, sino la cocina. 
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