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Temen que después del temporal llegue sequía

Edgardo Moreira aún se acuerda de la falta de agua a finales del 2016. Las reses se morían con sed o con hambre, señala.

Domingo 14 Mayo 2017 | 03:00

Este ganadero de la parroquia Convento de Chone, recuerda que el año pasado la provincia de Manabí sufrió los embates de un déficit hídrico; es decir, poca agua y humedad para las siembras, además de menos pasto, el alimento para ganado, por lo que muchos cultivos y reses se afectaron gravemente. A él se le murieron cinco vacas, recuerda.

El “déficit hídrico”, como prefieren llamarlo las autoridades, o “la sequía”, como lo resumen los ganaderos y agricultores, es un fantasma que cada año ronda los potreros y las fincas manabitas. Eso aunque llueva fuerte.
“Aunque caiga un diluvio en invierno, siempre en verano tendremos escasez de agua”, resume José Zambrano, un productor de la comunidad Rancho Viejo, de Chone.
Zambrano, experimentado ganadero, señala que tal vez para algunos es una locura hablar ahora mismo de sequía cuando pueblos y ciudades están inundados debido al fuerte invierno actual, pero advierte que en unos meses, esa situación quedará en recuerdos, ya que en Manabí el agua no se retiene y toda, incluido el excedente, va a morir irremediablemente al océano. 
En su caso dijo que en Rancho Viejo tienen el río San Lorenzo, que ahora está grande y mete miedo gracias a que decenas de riachuelos lo alimentan; sin embargo, dijo, una vez que deje de llover será cuestión de 45 días para que quede totalmente seco. “Es que no se represa el líquido”, menciona.
El temor de este ganadero manabita es reforzado por las versiones de Raúl Mejía, coordinador zonal del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), quien en una entrevista concedida a la cadena Ecuavisa, señaló que en mayo el invierno empezó su declive; es decir, las lluvias disminuirán y luego vendrá un verano fuerte que como señala el historial negativo con el que cuentan, tendrá poca agua. Aquello hace encender las alarmas de quienes están involucrados en la agricultura y ganadería.
 
Temor. Rubén Párraga, productor del cantón Bolívar y presidente de la Federación Nacional de Ganaderos del Ecuador (Fedegan), agrega que en verano la situación es crítica para todos, recordó que recientemente, en el último trimestre del 2016, en Manabí se murieron cerca de 200 reses debido a la falta de agua y de pasto, eso sin contar más de dos mil que se afectaron por la falta de alimentos y debieron ser sacrificadas antes de tiempo o el dueño debió venderlas a precios irrisorios. 
Los agricultores de arroz y de cacao también sufrieron las consecuencias de esa escasez de agua con menor producción.
Los productores mencionan que en Manabí sucede algo particular: No reciben agua perenne por el deshielo de los andes o por ríos inmensos como sí sucede en otras provincias, además agregan que faltan tapes o pequeñas compuertas que eviten que el mucho o poco volumen de agua que cae del cielo en invierno se retenga. Por eso en cada temporada pasamos de un extremo de anegaciones a sequías, menciona Luis Demera, agricultor de Charapotó.
Edgardo Moreira, quien también es médico zootecnista, señala que en el caso del ganado la afectación radica en que una res requiere 60 litros de agua por día y consume el 10 por ciento de su peso en forraje (hierba). Además si en dos días no toma agua se deshidrata y empieza una crisis que la puede llevar a la muerte, por eso dice es vital que el animal tenga líquido.
Mencionó que están atentos al verano, pues recordó que luego del terremoto de abril del 2016 la tierra o el suelo de Manabí sufrió afectaciones raras, movimientos en cauces y aberturas del suelo, lo cual muestra que la tierra tiende a resecarse y hace más intenso un déficit hídrico. 
Dijo que el año anterior el pasto se terminó en octubre y pasaron tres meses con reducción de alimento, el cual se reactivó en enero de este año cuando cayeron las primeras lluvias.
 
Programas.  Los ganaderos señalan que lo mejor es estar preparados y apuntan a mayor asistencia de parte de las autoridades.
Joab López, director de Riego y Drenaje del Gobierno Provincial de Manabí, señaló que el déficit hídrico  es un tema que causa preocupación dentro del organismo provincial, dijo que en varias reuniones con el prefecto Mariano Zambrano han conversado sobre el calentamiento global que sufre el planeta y  los intensos soles que caen sobre Manabí, lo cual incide en la agricultura y ganadería.
Señaló que ante una posible escasez de líquido, ya Manabí está mejor preparado y una de las medidas de prevención es la construcción de albarradas en la zona rural con capacidad de 1.000 metros cúbicos o un millón de litros de agua.
Mencionó que han construido cerca de 600 albarradas, a lo que se suman pozos profundos de entre 80 a 130 metros. De esos ya llevan 60, mientras que pozos someros han construido diez, hasta ahora.
También destacó la ayuda para la construcción de tapes en ríos, mientras que en el cantón Olmedo la intervención se realizará en el cauce del río Puca, que ya presenta un caudal débil, allí se hacen pozos en el cauce para extraer líquido.
Destacó que las comunidades que requieran una obra hídrica deben enviar un oficio de solicitud al prefecto, luego un equipo técnico realiza una inspección y finalmente se realizan estudios para la aprobación.
Xavier Valencia, coordinador zonal del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca 
(Magap), mencionó que generalmente luego de intensas lluvias aparece una época de estiaje, por eso ya se preparan para enfrentarla.
También advirtió que Manabí vive un momento de mucha deforestación, al punto que la provincia pierde 10 mil hectáreas de vegetación por año, muchas se convierten en pastizales.
Explicó que la deforestación incide en que las lluvias se alejen y los suelos se sequen, por eso prefiere que exista un cultura para sembrar más.
En todo caso dijo que un posible déficit hídrico no tomará de sorpresa a Manabí.
Recordó que el Magap  tiene un plan de construcción de albarradas unifamiliares; es decir, para familias dedicadas a la agricultura.
El proyecto consiste en la construcción de la albarrada con capacidad para 800 metros cúbicos, la cual tiene una geomembrana que retiene el líquido. 
A eso le agregan una bomba de impulsión y se complementa con sistema de riego por goteo hasta media hectárea. 
Cada proyecto representa una inversión de 8 mil dólares y se han realizado 405, sobre todo en las partes altas del cantón Rocafuerte. 
Añadió que hay otros 900 proyectos en carpeta y se ajustan detalles para ejecutarlos.
Dijo que esta es una manera de compensar a los agricultores que no se benefician de los trasvases y que siembran en zonas altas. 
“Con agua ellos pueden sembrar y cosechar durante el verano”, expresó.
También mencionó que han apoyado con 26 proyectos de ensilaje de pasto a 26 asociaciones agropecuarias.
Con todo eso aspiran que un déficit hídrico no cause mayores afectaciones a Manabí. 
 
El seguro.  Otra opción a la cual pueden aplicar los productores es al seguro agrícola. 
Fabricio Peñaherrera, coordinador zonal de Agroseguro en Manabí, señaló que en este invierno se han entregado más de 300 seguros agrícolas a productores que en enero y febrero perdieron sus cultivos por afectaciones en la temporada invernal.
Señaló que el monto recuperado está por los 150 mil dólares. 
Dijo que el seguro agrícola también se aplica cuando se trata de otros episodios como la sequía. 
Los agricultores acceden a este tipo de seguro cuando realizan un crédito en Ban Ecuador u otra entidad bancaria.
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