Actualizado hace: 931 días 23 horas 56 minutos
Sabor nativo en frutos exóticos

Los sabores ancestrales de los pueblos indígenas se basaban en sus frutas y no en dulces azucarados.

Jueves 27 Abril 2017 | 04:00

Hace seis décadas los caramelos y golosinas no eran muy comunes en el territorio tsáchila. 

En su lugar los niños y adultos degustaban frutas como la uva silvestre y el madroño (guarade, en lengua tsafiqui), que eran muy apetecidos y cultivados en sus fincas, así lo recuerda Rosa Aguavil. 
Ancestralmente los abuelos y padres compartían estas costumbres con sus hijos, pero con el paso de los años y la llegada de prácticas mestizas a las comunas tsáchilas, ciertas características se fueron perdiendo.
Ahora estas frutas ya no son tan populares como antes entre los miembros de la etnia, especialmente en las generaciones más jóvenes, cuenta Aguavil. Pero ella aún conserva varios árboles y los cosecha año a año, en la comuna Colorados del Búa, para el consumo de su familia y el resto lo vende entre sus hermanos tsáchilas que todavía guardan el gusto por las exóticas frutas.
Otros frutos. Rosa, que ya tiene 60 años, no recuerda con claridad cuándo fue la primera vez que comió las uvas silvestres o el madroño, pues era muy pequeña. Los sabios le decían que además de ser sabrosas, ambas frutas guardaban poderes curativos como alivio a problemas estomacales y aportaban con gran cantidad de importantes vitaminas.
Mientras unos tsáchilas ya no tienen tanto interés en estos frutos, otros deliran por su sabor.
Rosa ha inculcado a sus hijos y nietos que los sigan comiendo, por sus tradiciones, beneficios y además porque son cosechados sin usar ningún tipo de químico.
Gloria Chica, amiga de Rosa, explicó que el sabor de las frutas silvestres es totalmente distinto al de las frutas convencionales y que le da mucha confianza consumirlas porque sabe que son totalmente naturales.
Ambas comercializaron lo recolectado en la feria gastronómica del Kasama 2017, donde no solo tsáchilas las adquirieron sino también turistas que quedaron sorprendidos con su sabor, tal es el caso de Ana Paredes, que se llevó dos fundas de cada fruto para compartir con sus parientes. 
Poderes. Pero las especies que los nativos encontraban en su entorno no solo eran parte de la sazón ancestral.
En el caso del pueblo indígena tsáchila, entre la diversidad de plantas existentes en esta comuna se destaca el achiote, que se presenta en 15 o 20 variedades. Es una de las sagradas. 
Los curanderos, hombres sabios, utilizan desde hace muchos años este fruto para epidemias, proteger el espíritu y para que no pegue ‘mal aire’. Con el achiote los miembros varones de la etnia tsáchila tiñen sus cabellos como símbolo de su nacionalidad.
La ortiga silvestre es otro ejemplo. Se utiliza la hoja, el tallo y la raíz. Principalmente las raíces, para las personas que sufren de problemas de ovarios, útero y mala circulación de la sangre.
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