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Cosa juzgada
Cosa juzgada
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 23 Abril 2017 | 04:00

El telón del proceso electoral general del 2017 cayó. Se cerró el escenario. Un 51,16 por ciento apagó las luminarias y acabó con la función.

Porcentualmente parecería una pequeña diferencia, pero ese 2,32 por ciento de diferencia con el contendor inclinó la balanza a favor del continuismo administrativo en el país.
Si hubo presión adicional, aplicada mañosamente para que el fiel se ladeara hacia el peso político que ganó, eso lo dilucidará el tiempo; como también con el tiempo se sabrá si la mayoría del pueblo ecuatoriano hizo la selección correcta al escoger como presidente y vicepresidente a Lenín Moreno y Jorge Glas, respectivamente.
Todo puede ser, pero oficialmente ya hay un pronunciamiento. Rabietas, pataleos y lamentaciones solo quedarán como ecos de aspiraciones que se truncaron. Como ha sucedido en otras elecciones.
Claro, comprensible: se dirá que es tan corta la diferencia que marca el dolor de uno. Pero, en otra lectura, son más de 230 mil voluntades las que hacen la felicidad del otro.
Y oleado, santificado y elevado al altar por el supremo sacerdote, el resultado electoral de los comicios del 2017 es cosa juzgada.
Así parece que ha sido interpretado por el principal opositor, al aceptar su condición de excandidato, aunque con soberbia parecida al exabrupto del candidato ganador, cuando este, aún sin ser proclamado, reprendiera a un periodista -palabras más o menos- por no llamarlo presidente.
Si se quiere buscar razones, motivos y circunstancias del resultado, será como lecciones para una próxima oportunidad. Para el que se anime a entrarle al ruedo.
Pero también es cierto que el señor licenciado ganador deberá cuidar que le dure ese pequeño número que le hace favor mayoritario del pueblo, porque con un 48,84 por ciento de ciudadanos no afín a su elección, sus acciones no estarán muy seguras. 
Deberá ser muy mesurado, conciliador, llamativo, con intervenciones congregadoras y tonificadoras para mantener imanado su porcentaje favorable.
Y deberá maniobrar bien el reclamo participativo de los grupos encamados en su candidatura, que deben estar ya empezando a recordar su trabajo en la lid electoral, como introducción para reclamar su parte del pastel.
Y es allí cuando el consciente elector querrá ver la personalidad del ganador, su posición ante la infalible presencia de la vorágine de los ansiosos de poder. 
Porque estará frente a la plataforma del continuismo y al reto de no hacer lo mismo.
Seguro que Moreno querrá dejar sentada su firma propia, pues la copia de la anterior solo lo hará dependiente, lo que, aparentemente no cuaja con su personalidad. 
Le espera la grave situación económica, el crecido desempleo, la desunión entre ecuatorianos, la destapada corrupción a nivel alto, el desenfrenado atropello a la libertad de prensa y de expresión, problemas vitales que requieren cambios urgentes, con mentalidades nuevas.
Amanecerá y veremos.
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