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CUANDO LOS SUEÑOS SE HICIERON TRIZAS
CUANDO LOS SUEÑOS SE HICIERON TRIZAS
Por: Miguel Sacoto Guillem

Domingo 23 Abril 2017 | 04:00

Ese día los sueños emergieron como el ave Fénix; la esperanza se vistió de un atuendo verde; los corazones comenzaron a latir al compás de los péndulos de los relojes. Ahora hemos querido despertar del letargo que nos dopó ese día.

Recuerdos que los traemos a nuestra memoria, a pesar que nos esforzamos por borrarlo, para que no sea la polilla que destruya estas ansias de escalar las montañas que siempre anhelamos para llegar hasta su cima.
El 16 de abril del 2016, hace un año que quedó atrás, un día que nos llenó de sorpresa a todos los manabitas cuando nos imaginábamos que la bondad de la tierra era para darnos el fruto de lo que sembramos. Pero como revelándose comenzó a temblar, se vinieron los sueños abajo, la dicha se enlutó, las casas caían al piso como fruto desprendiéndose de las ramas de los árboles.
Escombros por todos los lados, gritos ensordecedores, quejidos, llantos invadiendo las calles de lágrimas que brotaban a borbotones como ríos sin diques; seres inertes unos, otros por seguir viviendo para cumplir con la promesa juramentada hacia la protección de su familia. Tropezábamos con miradas extrañas, rostros aterrorizados, mentes desorientadas. Todos vivimos una confusión. 
Qué tarde noche atezada de gruesos nubarrones de miseria y de oraciones implorando al cielo. ¿Por qué Dios nos abandonó? gritábamos todos al unísono. 
Agarrados con el Rosario entre las manos pidiendo que Jesús vuelva, esperándolo en vigilia. 
Hasta que llegaron los rayos de la aurora señalándonos que la vida continúa.Pero una sola voz salía de todas las almas manabitas: la voz de salir de esta pesadilla que nos interrumpió el sueño, de estar unidos con el dolor y con la dicha de volver hacia adelante con coraje, con el esfuerzo de todos. 
Todos, todos unidos, por un solo eslabón que tenemos los manabitas en todo momento cuando nuestra patria chica requiere de sus hombres y mujeres. Todos en un solo puño, así unidos: los humildes, los despojados de bienes, los médicos ángeles vestidos de blanco salvando las vidas que querían sumergirse en el ocaso de este día. 
Compilado al llamado, unidos con todos estuvimos allí presente, poniendo a pruebas nuestra solidaridad, nuestra alma abonada de bondad cumpliendo con los mandatos del juramento de Hipócrates que lo predicamos en nuestra embestidura como discípulo de Galeno.
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