La mujer no puede contener el torrente de emociones tanto que un nudo en la garganta le imposibilita seguir hablando. 

Recuerda que aquel día estaba internada en el hospital Napoleón Dávila Córdova, ya que se aprestaba para traer al mundo a su pequeño; tenía ubicado un suero en uno de los brazos porque esa noche estaba previsto que naciera su hijo.

Dice que cuando sintió el primer remezón salió de la cama donde estaba acostada.

Al hacerlo una pared cayó, los familiares comenzaron a gritar, sobre todo cuando la energía se fue y su madre, Susana Cedeño, que fue una de sus heroínas aquella noche, pues la ayudó como pudo, moviendo hierros y paredes, para salir. 

Ayuda. Comenta que cuando se abrieron paso entre los escombros y llegaron hasta el patio del hospital, se dio cuenta de que no solo le sangraban los brazos, la cabeza, producto de los golpes que recibió cuando caminaba, sino que también el agua fuente se había roto, lo que le causó mucho nerviosismo; sin embargo, guardó la calma, y luego de varios intentos logró llamar a su padre, quien la llevó hasta una clínica en la parroquia Santa Rita.

“Tratamos de que la gente nos ayudara, pero cada uno estaba preocupado por el estado de su familiar; con velas, focos de mano, la doctora Narcisa Alcívar -que estaba rezando con su familia- me ayudó y estuve tres días internada en su clínica”, explica.

Nombre.  Asegura que la venida de su hijo al mundo fue un milagro, por eso le puso de nombre Jesús Maximiliano, en honor al hijo de Dios.

“Mi máxima celebración este 16 de abril será pasar en familia. Tengo sentimientos encontrados, pero igual compartiremos un pastel para celebrar el primer año de mi Jesús”, dice Carla.

Lamenta que los ofrecimientos que el Gobierno en su momento le hizo nunca se concretaron, la casa donde sus padres viven en la ciudadela Hidalgo tiene sello rojo y está a punto de colapsar; el trabajo que le ofrecieron y todas las ayudas que el presidente dijo que le daría, hasta el día de hoy llegan, expresa la ciudadana.