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Manta
Un asesinato, dolor y perdón

Luz María Arteaga perdonó al hombre que mató a su hija, aunque dice que por dentro lleva un dolor que jamás sanará.

Jueves 30 Marzo 2017 | 04:00

 Ella cuenta que, después de encontrar el camino para aceptar el perdón, no le guarda rencor ni repudio al criminal. Pero su perdón no tiene olvido, porque el crimen dejó estampada en su alma una huella inmensa de sufrimiento.

Su hija, Janeth Mendoza, fue estrangulada sobre una cama por el esposo, quien luego se suicidó. Aunque pretendían sepultarlos juntos, ella no lo permitió. Los cuerpos están en diferentes cementerios. 
El crimen de la mujer de 36 años ocurrió en el barrio El Porvenir, la madrugada del martes 23 octubre del 2012, supuestamente porque el esposo tenía celos de que ella continuara trabajando en una empacadora de pescado. La muerte fue descubierta cuando uno de los hijos de la pareja despertó y fue en busca de su madre, a quien halló sin vida, mientras que su padre estaba ahorcado. 
Luz María manifiesta que desde ese día su vida dio un giro, porque se hizo cargo de cuatro de los seis nietos que quedaron huérfanos. 
“Uno de mis nietos era mayor de edad y vive de forma independiente. Los otros eran menores: cuatro se quedaron conmigo y el otro vive con los abuelos paternos”, agrega.
 
> FOTOGRAFÍA. Ella tiene 73 años de edad y, aunque tuvo 13 hijos, solo seis continúan con vida. Los otros fallecieron por enfermedades, excepto Janeth. 
Ahora sus nietos se han convertido en sus “nuevos hijos”, y los tiene en su hogar motivada por una misión: que todos estudien. Sus nietos son la fuerza para seguir adelante y no decaer. Su sueño es verlos en la universidad.
Luz María expresa que después del crimen le prometieron ayuda para sus nietos, pero nadie cumplió. Ellos recibieron atención  psicológica y ahora estudian en diferentes colegios de Manta. 
“Ha sido difícil llevarlos adelante, pero con mi bono de 50 dólares trato de comprarles ropa, zapatos y los útiles escolares”, dice.
Ella revela que la muerte de su hija le dolió tanto porque era la más alegre y siempre la ayudaba.
“Era una mujer que le gustaba trabajar para sacar adelante a su familia”, cuenta.
Janeth estaba separada del esposo, y el crimen se registró cuando ella le había dado una segunda oportunidad. 
Las investigaciones de la Policía de esa época determinaron que el crimen fue planificado, porque el sospechoso prendió el televisor y le subió el volumen para evitar que los hijos y los vecinos escucharan los gritos de la víctima. 
Luz María Arteaga dice que, por respeto a su hija y al padre de sus nietos, en su hogar prefieren no hablar  de la muerte.  La fotografía de Janeth cuelga de una pared.
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