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Día mundial del agua
Día mundial del agua
Por: Alfredo Saltos Guale

Sábado 25 Marzo 2017 | 04:00

Por decisión de la Asamblea de las Naciones Unidas, en 1992 se instituyó el 22 de marzo de cada año como día de recordación y homenaje al agua, modalidad que utiliza la ONU para crear un ambiente de concienciación sobre su adecuado uso, lo imprescindible de su conservación, la necesidad de evitar desperdicios y propiciar la protección de los ecosistemas de agua dulce, que equivalen apenas al 2,8 % de la parte líquida del orbe.

Como en otros casos de gran trascendencia, en Ecuador transcurrió inadvertido. Sin embargo, es una ocasión propicia para destacar que para millones de habitantes del planeta contar con ella es un lujo y privilegio.

El máximo organismo de representación de los países, la ONU, estima con pesar que alrededor de 700 mil niños mueren de sed o por enfermedades diarreicas producto del consumo de agua contaminada, lo que significa la desgarradora cifra de dos mil niños por año; todo esto sumado a cientos de miles de personas que utilizan una jornada completa de trabajo buscando el líquido vital, que les asegure una diaria supervivencia. La antítesis de lo dicho radica en que naciones desarrolladas y algunas emergentes no la valoran, la malgastan, no viven la necesidad de cuidarla porque siempre cuentan en la cercanía con un grifo para ofrecerla.
En la presente ocasión, las Naciones Unidas han adoptado una interrogante que circula por todo el planeta: ¿Por qué desperdiciar agua? señalando que la actividad productiva que más la consume (70 a 80 %) es la agricultura, que mantiene sistemas de riego por inundación que la despilfarran, cuyos excesos finalmente terminan en los océanos, provocando inclusive contaminación por la presencia de residuos tóxicos de pesticidas y fertilizantes, que también afectan la pureza del mar. Surge, por tanto, una primera recomendación, cambiar los métodos de irrigación hacia los de goteo o focalizados, particularmente en las zonas áridas de carestía de agua, cobrando actualidad la urgencia del reciclaje hídrico.
Mucho podríamos contribuir de manera personal, optimizando la cantidad que empleamos en nuestros menesteres, corrigiendo los defectos de tuberías, llaves de paso, cambiando hidrantes averiados (un goteo simple representa una pérdida de 30 litros diarios) y duchas que descargan en demasía (dos minutos de ducha equivalen a 150 galones al mes); regar jardines y macetas por las noches para evitar pérdidas por evaporación diurna. 
Es evidente que los ecuatorianos nos ufanamos de contar con grandes disponibilidades, pero debemos emplearla con eficacia, o sea utilizar lo que realmente se necesita. 
 
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