Actualizado hace: 936 días 11 horas 59 minutos
Macarena Vega Cevallos
Una oportunidad de unidad

Manabí, a través de su capital, Portoviejo, ha sido conducida a diferentes metas y muchas de ellas interrumpidas y detenidas, como aquella en la que Ecuador sufrió el dolor devastador del terremoto que la afectó, al igual que a Esmeraldas.

Martes 21 Marzo 2017 | 04:00

Ante lo cual, la solidaridad de cada ecuatoriano se volcó desbordante de generosidad. Fue un episodio que aún vive en cada ecuatoriano y cada afectado fue a su vez una lección de entereza por levantarse y resurgir al cambio.

Es tan común escuchar por el pueblo, para el pueblo, con el pueblo; y que la voz del pueblo es soberana; y se desconoce que se comparte con el pueblo cuando se aprovecha la oportunidad de impulsar su progreso. Y cuando los servicios llamados públicos efectivamente se ponen al servicio del pueblo y aquellos que los diseñan e inauguran lo hacen parte de su vida, sí que el pueblo se desarrolla con armonía y no sufre una división denigrante.
Qué coherencia podemos encontrar, entonces, cuando los gobiernos promueven hospitales públicos mientras sus mandatarios o miembros de sus familias se atienden en hospitales privados; se critica el consumismo y sus críticos visten con carteras, accesorios, joyas o trajes de renombradas marcas de diseñadores europeos o norteamericanos; se habla del mejoramiento del nivel académico y sus hijos estudian en universidades de países extranjeros. Recordemos aquella frase de Savater, que en este contexto es oportuna: “Educar para formar ciudadanos significa también formar gobernantes. Todos los ciudadanos son gobernantes aunque deleguen en sus representantes”.
Es ese doble discurso acomodaticio que ha calado en una población a la que se ha jugado con sus emociones, a tal punto que se le ha mermado la libertad de pensar libremente, de asumir con responsabilidad y sentido crítico la decisión de progresar por satisfacción personal y que ésta se vea reflejada en el bienestar del país
Una revolución que habla de humanismo y ha generado cuánto escándalo y suspicacia de corrupción, una revolución que devastó los generosos ingresos que de la naturaleza nos pertenece acrecentando una deuda que hipoteca a nuevas generaciones, una revolución que por consumo de drogas deja a jóvenes excluidos de la población económicamente activa. Una moneda que por ser dura no pierde fácilmente su poder adquisitivo y que, sin embargo, el costo de vida se iguala a ciudades en las que el margen de ingresos es superior a los de Ecuador.
Llamo a la provincia de Manabí para que conduzca su futuro por el liderazgo democrático que fortalece mecanismos para desterrar la corrupción y acoge la necesidad de los ciudadanos para fomentar su progreso.
La coyuntura política nos exhorta a que las ideologías den paso a la unidad de los ecuatorianos para impulsar el cambio.
 
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