La enseñanza de esta actividad está tomando fuerza dentro de las comunas tsáchilas. En Chigüilpe hay de 18 a 20 varones que realizan los tunán y manpe tsanpa (faldas de hombres y mujeres) en los telares.

Emilio Calazacón, de 25 años, cuenta que tejer le crea una conexión con la prenda, ya que existe esa apropiación de tener algo hecho con sus manos.

“Si lo tejo lo siento mío, puedo elegir los colores que me gustan y darle el acabado deseado”, manifiesta. 

Esta actividad la lleva a cabo en la Casa del Telar de la comuna Abraham Calazacón, lugar donde también se efectúan demostraciones a los turistas. 

Los visitantes observan en vivo cómo los hombres confeccionan las prendas, mientras que los guías nativos les explican que las prendas fueron una alternativa para proteger sus partes íntimas.

Alrededor de seis telares existen en este lugar, cada uno con diferentes diseños y matices de vestimenta. 

En estos también se confeccionan ponchos, bufandas, fajas, camisas, chales, tapices, manteles, entre otros. 

Abraham Calazacón, miembro de la comuna, señaló que en 1995 se creó el museo etnográfico y allí se enseñó a los hombres el uso de los telares.