El morador aseguró que el problema lo origina una alcantarilla que se encuentra en medio de la colina.
“El problema estaba más allá, pero vinieron a trabajar del municipio y la situación se agudizó”, dijo.
El malestar de Aguayo se sustenta en los malos olores y los residuos fecales que se encuentran por toda la calle.
“Estamos a las puertas de una epidemia. Los residuos se secan, luego se transforman en polvo y los terminamos respirando”, indicó.
Juan Garcés declaró que hasta hace tres semanas se vio al personal laborando en los bordillos de la calle San Ignacio, “pero de un momento a otro desparecieron y ya no sabemos nada de ellos”, citó.
Producto de las aguas servidas, agregó, los comercios se han visto afectados ya que los clientes evitan ensuciar sus vehículos y hasta los zapatos.
Piden una solución pronta.