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Hormonas contra el odio
Hormonas contra el odio
Por: Isaac Avellán Cedeño

Martes 21 Febrero 2017 | 04:00

Las palabras hirientes y las acciones atentatorias no solo causan profundas huellas emocionales en quienes las reciben, sino en quienes las profesan, ofensas que quedan grabadas en sus mentes muchas veces para siempre, transformándose en profundos resentimientos que dan paso a la aversión y luego al odio. El resentimiento es una emoción negativa que obstruye la capacidad de ser feliz.

 

Sus efectos colaterales son tan dañinos como un alimento descompuesto a tu organismo, pero el odio es doblemente dañino, porque destruye tu cuerpo por partida doble, las neuronas y tu estómago.
Por tal motivo, el que guarda resentimiento es como darse una bofetada y esperar que la otra persona sienta el dolor.
Pero hay una gran diferencia entre las personas que son víctimas de estos puñales mentales y los que tienen sus herramientas para su defensa.
Todos los seres humanos tenemos la capacidad natural de regenerarnos o degenerarnos por sí solos. Esta especial virtud viene dada por nuestros propios recursos vitales que nos protegen de enfermedades y patologías oportunistas.
Cuando eres feliz, tu cerebro crea simultáneamente unos increíbles productos glandulares llamados “hormonas de la felicidad”. Entre ellas se cuentan unos 20 tipos diferentes de endorfinas que se almacenan principalmente en el hipotálamo, y que pueden ser hasta 20 veces más potentes que los químicos contra el dolor. 
La serotonina o llamada  “hormona del humor”, y la dopamina, llamada “la hormona de la motivación y el placer”.
Todo placer, motivación o estado de ánimo positivo en la persona, conlleva y promueve la segregación de estas hormonas. 
Estos productos glandulares los podemos encontrar en la misma naturaleza, en setas, frutas y plantas vegetales o en suplementos hormonales.
Los desequilibrios glandulares pueden causar un deterioro en las funciones neurocognitivas, memoria, atención y capacidad en la resolución de problemas.
Cuando el resentimiento u otros clamores emocionales te atrapen, recuerda que nuestro cuerpo dispone de formidables capacidades naturales para no permitirnos la autodestrucción física y emocional. 
Solamente una educación fundamentada en el despertar de la conciencia, puede llevarnos a una plena realización humana, educación que ya la expresaron los grandes maestros iniciados en el pasado.
 
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