La pestaña en la mano para que la regla se quiebre.

Que cante el gallito (te halaban la patilla). 

Estar de nuevo con quienes te tocó vivir momentos donde todo era sueño, pureza, teníamos ganas de cambiar el mundo. Algo inenarrable.

La forma de relacionarse en aquella etapa de la vida es excelsa. Las ideas no se imponen. Todo es natural, fluye espontáneamente.  

Ahora, con menos cabello, algunos convertidos en abuelos. Es volver a vivir. 

La carga sentimental que conlleva estar con amigos nos hace sentir mejor.

La amistad causa dependencia: elevamos nuestro timbre de voz, disfrutamos cada chiste con mayor fuerza emocional. 

Somos seres sociables en constante interacción, las vivencias diarias nos unen, muchos desarrollan empatía y la llevan a la práctica. 

La revolución francesa dejó para la posteridad una tríada que perdura y perdurará: libertad, igualdad, fraternidad. 

Libertad ha sido plasmada en la gran mayoría de países, codificadas en la Constitución, derecho que todos pueden disfrutar y gozar, habiendo un sinfín de formas de ser libres: escoger pareja sexual, libertad de cultos. Término empleado como contraposición a la esclavitud.  

Igualdad, equidad para ser tratados de la misma forma: sin distinción de ningún tipo.

Fraternidad, en cambio, es algo que no ha tenido el desarrollo deseado. Se piensa individualmente: nosotros y yo conjugado en todas las formas. La solidaridad empieza a extinguirse. Mucho más en tiempos donde la vacuidad gana terreno.

Mientras me encuentre cómodo, no importa que mis congéneres, el vecino, mi compañero de trabajo no la pasen bien.

Fraternidad como forma egregia de unión.

Entre fraternos, el problema de uno es asumido como de todos.

Se goza del triunfo. Las penas son compartidas. 

Entre la comunidad china la fraternidad es un ejercicio común, se apoyan entre ellos, el apoyo anímico es constante, hay el respeto hacia el otro. Se prestan dinero, con la diferencia que las deudas son sagradas. Se honra la palabra. Saben que solo así puede seguirse ayudando a quien toca la puerta nuevamente solicitando apoyo.

En las universidades extranjeras fomentan las fraternidades. Holanda las tiene desde hace dos siglos.

Aprovechemos la tecnología como forma de seguir acercándonos. Hacer hincapié en este tipo de situaciones que sirven de mucho. 

Para después de unos años al volver a vernos nuevamente, cuando tengamos el rostro pintado de noches largas, experiencias reflejadas en el cabello, sea la  reunión de los chicos malos: malos del corazón, del riñón, del estómago. Ricos… en colesterol y triglicéridos.

Pero habiendo sembrado en terreno fértil una semilla que perdurará por centurias.