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El fastidio y sus formas triviales
El fastidio y sus formas triviales
Por: Santiago Rivadeneira Aguirre

Miércoles 15 Febrero 2017 | 04:00

Ha sido tanta la facundia y la demagogia de los candidatos de la oposición a la presidencia, para ofrecer, con marcada obstinación, maquinal o tantálica, ‘cambiar el mundo’, que cuando faltan pocos días para las elecciones ya no hay espacio para más ofertas.

La canasta básica electoral está repleta y rebosante de promesas difíciles de cumplir, que ahora solo les queda a los aspirantes, la repetición o el desdoblamiento. O la insistencia terca y despiadada sobre aquellos temas que, de acuerdo a los cálculos electorales, pueden ayudar a captar más adeptos. 

Porque el principal miedo de la oposición –disímil, desnaturalizada, fragmentada y sin embargo peligrosa- es ganar las elecciones. Y ese miedo deberá perfeccionarse en la medida que avanza el proceso electoral porque todos, en mayor o menor medida, tienen al frente la demanda popular, la rendición de cuentas, las exigencias de cambios más profundos y, lo que es más contundente, el fantasma de una desestabilización o un golpe de Estado a la antigua. 
Atrapados en estas contrahechas disyuntivas ideológicas, solo les queda una salida: que AP vuelva a ganar las elecciones, porque siempre será más cómodo reivindicar el rol de francotiradores, de cuestionadores a ultranza y hasta de contumaces provocadores. Es lo que se conoce como “el goce cínico de la autodestrucción”.  Hasta puede echarse mano del disimulo, para lucir ante la opinión ciudadana como “demócratas” o desinteresados defensores del pueblo. Ese doble enmascaramiento trae beneficios políticos inmediatos, por ejemplo, intentar ganar una curul en la Asamblea Nacional.
La campaña electoral ecuatoriana tiene una sola definición: turra y aburrida. Parece que se agotaron, desde el inicio, la imaginación y la creatividad porque cada candidatura se muestra congestionada por similares discursos, ofrecimientos y acusaciones contra el Gobierno. Es un atragantamiento, una fagocitosis política que se expresa en la desesperación por captar adeptos, incluso prometiendo, “en caso de ganar las elecciones”, devolverles la alegría y el derecho a chupar cerveza los domingos.
Los otros despliegan una lista no menos patética: los médicos solo trabajarán cuatro horas diarias y se privilegiará su contratación a la de los médicos cubanos; los maestros regresarán a las horas pedagógicas anteriores, los estudiantes podrán escoger libremente sus carreras universitarias y además se suprimen los exámenes de ingreso a las universidades públicas; se bajarán o se eliminarán impuestos, se reducirá el tamaño del Estado, se eliminará la Ley de Comunicación, se pedirá visa a los extranjeros; se termina el impuesto a la salida de capitales, cada ecuatoriano/a podrá portar armas, los jóvenes egresados serán recibidos en las empresas a las que se les reconocerá garantías tributarias y, por último, se cambiará la Constitución, las leyes y las multas de tránsito…
¡Nunca el fastidio tuvo tantas formas triviales! 
 
 
 
 
 
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