Y ya la gran masa de ecuatorianos ha juzgado con mucha tranquilidad lo acaecido en los últimos 10 años, haciendo un análisis;  y gradualmente se va consolidando la necesidad de un cambio. Así, toma cuerpo la orientación de dar otro rumbo al manejo socioeconómico del Ecuador. 

Razones valederas y motivos varios que han estado presentes por una década, nos indican que la Constitución vigente, con una ladina aplicación, ha creado un modelo gubernamental que representa a un solo criterio sociopolítico, que poco a poco ha creado un ambiente totalitario que ha puesto a mal traer conquistas democráticas que costaron grandes luchas obtenerlas. 

Con una mayoría parlamentaria se menosprecia el reclamo de grandes sectores cívicos que piden: respeto al derecho de opinión, inconforme con una Ley de Comunicación que amenaza a medios y comunicadores que discrepan de los postulados que avala el régimen. 

La seguridad social se ve amenazada ante la supresión del  40 %  de apoyo que siempre le dio el Estado y ante la medida de no pagar una deuda de 2.500 millones de dólares que prestó el Gobierno al IESS, todo lo que perjudica al sistema económico presente y futuro de la gran masa de afiliados,  pues se dice que no se va a pagar, y punto. Se crea así un conflicto ilógico que tarde o temprano afectará a la gran masa de beneficiarios de la seguridad social. 

La infinita lluvia de impuestos que debe pagar el contribuyente, de cualquier capacidad económica,  agota la posibilidad de ahorro de cada ciudadano, que cada vez tiene más problemas en afrontar el diario gasto de vida, mientras que un agresivo endeudamiento de todo el país, con una deuda externa cercana a los 40.000 millones de dólares,  alarma a la población,  pues será un escollo difícil de manejar para el futuro Gobierno que debe procurar el bienestar de los cercanos 15 millones de ecuatorianos.

Estos ciudadanos ven, entonces, la razón de votar por un cambio radical en la conducción de su futuro Gobierno, pues se han cansado de tanta arrogancia y prepotencia. Será así que el voto mayoritario de todos los ciudadanos aptos para el sufragio guiará el futuro inmediato de su propio destino; y en ese cambio se evidenciará el alto espíritu democrático y goce de derechos intangibles a que aspiramos mayoritariamente.