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Las lluvias y el aguaje asustan a los manabitas
Jairo Reyna, en Las Chacras de Riochico, muestra apenado su producción de césped para venta que quedó bajo agua. Allí había invertido 24.000 dólares, dijo.

La calamidad llegó en un abrir y cerrar de ojos. Cuando Carmen Ponce se dio cuenta, su casa estaba llena de agua.

Jueves 02 Febrero 2017 | 08:00

Cuando salió observó que todos sus vecinos de la comunidad Las Chacras Adentro de la parroquia Riochico de Portoviejo estaban en la misma situación. 

El agua de lluvia estaba en todos lados, inundando casas y sembríos.
En esta comunidad más de 40 familias viven un drama. Las lluvias que cayeron el martes y miércoles no pudieron desfogar.
Luver Vera, uno de los moradores, dijo que los primeros afectados fueron quienes desde el terremoto del 16 de abril del 2016 viven en carpas porque sus casas se destruyeron. Aseguró que todas las carpas se anegaron, por lo que las familias han salido a casas vecinas en las partes altas.
Añadió que más de mil palmas de coco y decenas de hectáreas de césped quedaron bajo agua. 
Explicó que ambos productos son el sustento de las familias del lugar, pues cada coco lo venden entre 25 y 50 centavos, mientras que el metro cuadrado de césped cuesta 1,50 dólares.
Jairo Reyna, uno de los perjudicados, señaló que invirtió 24.000 dólares en comprar un terreno y lo sembró con césped. Ahora que estaba en pleno apogeo de venta de retazos del vegetal el agua le inundó todo, destruyendo el emprendimiento.
Patty Cedeño avizora que se vienen días de mucha pobreza. “No tenemos casas, no tenemos producción y ahora se vendrán millones de mosquitos por las aguas estancadas y las enfermedades de los niños” alertó. 
Los moradores también indicaron que la inundación se debe a que una alcantarilla, que siempre servía para evacuar el agua lluvia, fue taponada por la construcción  de una casa. Cedeño dijo que antes el agua bajaba pero ahora no, por lo que todo el sector es un dique.
Wilmar Loor, vicepresidente del Gobierno Parroquial de Riochico, mencionó que hace varias semanas alertaron de ese inconveniente al Municipio, sin embargo, hasta ahora no se concreta una solución.
Agregó que para el martes han convocado a una reunión a la familia involucrada y autoridades de varias instituciones para llegar a un acuerdo para evacuar el agua de las lluvias; además, temen que el río Chico se desborde en cualquier momento y entonces llegará más agua.
Loor manifestó que buscan una solución integral al problema de Las Chacras ya que es un recinto que en cada invierno vive una situación similar.
SIN PUENTE. Mientras que en la comunidad Naranjal de la parroquia Calderón sus habitantes quedaron aislados con la creciente del río Chico.
Luis Cedeño contó que la madrugada del martes la fuerza del río, que ha crecido debido a las lluvias, se llevó dos endebles puentes de caña y madera que servían para conectarse a la cabecera parroquial. Además, una plataforma de piedras para que crucen los vehículos también se perdió. Por eso quienes necesiten ir hasta Calderón deben pasar por el río con el agua hasta la cintura, en el mejor de los casos.
Los moradores de Naranjal contaron que había un puente peatonal colgante pero el terremoto lo destruyó, por lo que existían los dos provisionales.
Debido a lo difícil de transitar, ayer los niños de ese sector no fueron a clases y hoy se prevé algo similar, dijo el morador.
Paralelo, el Gobierno Provincial de Manabí construye un puente de hormigón. La obra es ejecutada por el contratista Marcos Castillo.
Milton García, uno de los residentes, indicó que el puente tiene un avance del 70 %. Señala que en unos 45 días lo habrán culminado. El costo del viaducto es de 541.000 dólares y el plazo de ejecución de 150 días. Tendrá 40 metros de largo por ocho de ancho.
LOS AGUAJES. Mientras que el mar también causó miedo en varias poblaciones de la costa manabita. En Crucita la población vivió momentos de alarma la tarde y noche del martes, cuando el aguaje que estaba anunciado sobrepasó las previsiones y las olas llegaron hasta la orilla del malecón y el agua se metió a varios restaurantes. 
Virgilio Delgado, del restaurante Alexander, mencionó que aunque ya están acostumbrados a este tipo de comportamiento del mar sí les preocupa que las actividades se paralicen cada vez que el malecón se llena de arena. 
Lorena Chóez, presidenta del Gobierno Parroquial de Crucita, mencionó que el COE parroquial está activado y, luego de revisar los informes, no tuvieron pérdidas económicas ni mayores afectaciones gracias a las labores de protección con arena que se realizaron durante el evento natural.
Aún así una casa abandonada y en mal estado, que estaba sobre la calle Portoviejo, se cayó con el aguaje y las lluvias.
Gonzalo Mieles, director de Higiene y Aseo del Municipio, señaló que para disminuir las afectaciones desde la medianoche un equipo se encargó de limpiar el malecón; un segundo grupo, compuesto por 30 personas y 7 máquinas, llegó a las 04h00 de ayer a retirar la arena que quedó en el malecón. Esta labor fue culminada cerca de las 10h00, destacó.
SAN JACINTO. En el balneario San Jacinto de Charapotó la fuerza del mar hizo que el malecón se llenara de piedras, tierra y residuos.
Agapo Gilces, morador de este sector,  expresó que el fuerte oleaje escarbó la arena de la  playa y que en algunos casos mostró grandes rocas enterradas. 
“El mar estuvo dos días fuerte”, explicó Gilces. 
El malecón que une a los balnearios San Jacinto, San Alejo y San Clemente no tuvo daños mayores, aunque durante el evento  las piedras sobre esta vía dificultaban el paso a vehículos que transitan por el lugar. Anoche era el último aguaje.
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