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Votemos por el cambio

La naturaleza del ser humano le permite experimentar varios cambios y modificaciones de acuerdo a su edad cronológica o mental, a sus creencias religiosas, a las costumbres buenas o malas adquiridas, a los patrones conductuales formativos desde su niñez, a su capacidad socioeconómica, a los estudios alcanzados, al desempeño de una profesión u ocupación, todo esto hace que cada uno lleguemos a adquirir un estatus o nivel de aceptación social

Domingo 22 Enero 2017 | 04:00

 Las diferencias interpersonales las empezamos a manifestar desde los primeros años, en el vestido, los juguetes,  la forma de hablar,  de comer,  de tratar a los que nos rodean

En la adolescencia,  estas características se acentúan y en su imaginario con  la influencia de las redes sociales vuelan en realidades virtuales propensos a la adicción de un teléfono, de una tableta o de cualquier instrumento que se parezca.  La mayoría, lamentablemente vive en burbujas, en un mundo vacío, desorientados de la realidad externa.
Cuando estos comportamientos perniciosos no se logran superar, quedan marcados para toda la vida y hoy ya tenemos una generación de adultos incapacitados de hacer frente a la problemática actual, la enfermedad mental acecha. Existen marcados comportamientos inadecuados,  infantiles, inmaduros donde predomina la pérdida de los valores morales, éticos elementales. Existe una incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace, la unión familiar se desvanece, pregonan a viva voz la igualdad,  la justicia,  la caridad y son indolentes e injustos con otras personas. 
Y esto sucede en todos los estratos sociales, peor aún tratándose de competencias profesionales,  es algo vergonzoso,  el médico hablando mal de su colega,  el ingeniero tildando de mediocre a su compañero.  El albañil, el gasfitero, el carpintero que va hacer una reparación,  le encuentra mil errores al trabajo anterior,  predomina el yo perfecto. 
Pero donde se hace más visible esta doble moral es en los lugares de trabajo donde el chisme se vuelve la vitamina de las 8 horas “laborales”, se forman grupos o subgrupos que acaban con su compañero de escritorio,  de oficina, del jefe o director que generalmente es su aliado o su enemigo
Parece que los tiempos de Navidad y año nuevo nos permite entrar en una etapa de constricción y arrepentimiento afectivo y en pocos días vemos al compañero,  al vecino, al superior con sentimientos angelicales y es fácil escuchar “el pana si es buena gente”, así es “mi hermano”, en el fondo “yo sí te estimo”, “bacán comadre” , compañeros alta “estimación” para usted y su familia, perdón ante “cualquier falta”, no diga eso si me cae “bien” pero... y llegan los abrazos judaicos, besos, fotos, regalos, 3 de enero y se acabó la fiesta, paulatinamente vamos retomando nuestro habitual comportamiento,  es hora de cambiar. 
Con la tragedia ocurrida el 16 A, se esperaba un cambio de actitud,  ya que entre sacudón y sacudón la mayoría nos acordamos de Dios y desempolvamos a todos los santos, era general el pedido “perdona mis o nuestros pecados”, “Diosito ya voy a cambiar”, creo que un mes duró el arrepentimiento, y de nuevo comenzó la rumba.
Ni los 7, 8 grados Richter removieron nuestros verdaderos sentimientos, seguimos igual o peor, así es la naturaleza humana, 
Volvamos a la humildad. Hay que cambiar. Votemos por el cambio.
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